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Su renuncia al pasado, la convicción de que sólo era una madre desesperada, cortó su voz con un gemido, al mismo tiempo que sus ojos se llenaban de lágrimas. Con una mano tímida apartó Miguel el pañuelo que ella se había llevado al rostro para ocultar su llanto. Murmuraba frases incoherentes, con la intención de consolarla; pero á continuación, la cólera volvió á dominarle.

El deseo de ir en su ayuda me ahogaba; pero no me atrevía a acercármele y echarle los brazos al cuello para consolarla. Cuando estuve en cama, la necesidad de brindarle mi ternura se apoderó de con nuevas fuerzas: me levanté, y en camisa, como estaba, me aventuré por el corredor obscuro. Permanecí largo rato delante de su puerta, temblando de frío y de miedo, con la mano sobre el botón.

MÁXIMO. Este hombre... Venga usted, venga usted, tía. Señora, la señorita ha perdido la razón... Corre, huye, vuela, llamando a su madre... a los que queremos consolarla, ni nos oye ni nos ve. Ya viene. Al ver a los que están en escena, hace alguna resistencia. Suave y cariñosamente la obligan a aproximarse.

Oh, , aquello era mejor; sin perjuicio de continuar en el templo la buena tarea comenzada, para dar a Dios lo que era de Dios, Ana aceptaba aquella amistad piadosa que se ofrecía a oír sus confidencias, a dar consejos, a consolarla en la aridez de alma que la atormentaba a menudo.

Cuando Morsamor supo los lastimeros ocasos que acabamos de referir, se compadeció de donna Olimpia y procuró consolarla; pero el cuidado de su nave le preocupaba más todavía. Y como iba ya acercándose a la costa, Fréitas había muerto y no era muy de fiar el contramaestre, Morsamor velaba y sólo por breve rato entraba a reposar en la cámara.

Su valor, a mi lado, iba a rehacer, su alma iba a tomar nuevas fuerzas. ¡Cómo me prometía sostenerla y consolarla en las horas de dolor y de abatimiento; cómo me violentaría para reír cuando la melancolía la envolviera con su velo sombrío!

Esta vez no hizo pesar la responsabilidad sobre su china. Lloró junto á ella, y como si pretendiese consolarla con una confesión pública, dijo repetidas veces: Por mis pecados... Todo ha sido por mis grandísimos pecados. Empezó para Desnoyers una época de dificultades y conflictos.

Nuchiña, no llores.... Calla, mujer.... Ya te dejo; no te hago nada.... Aguarda un instante. Registró precipitadamente sus bolsillos, rascó un fósforo, miró alrededor, encendió una vela puesta en un candelabro.... Nucha, viéndose libre, callaba; pero se mantenía a la defensiva. Volvió el marqués a disculparse y a consolarla.

Acaso el papel de Raúl no era el más agradable y hubiera él preferido el de Blanca, que acompañaba generalmente a su amiga y se esforzaba por consolarla mientras él divertía a la madre. Pero hubiera sido imprudente invertir los papeles y el provecho hubiera sido menor. En efecto, la abnegación de Raúl no era perdida.

Y ya la Camargo era muy viejecita, ya parecía que todo á su alrededor había concluído, cuando el buen dios Azar vino á consolarla permitiéndola dar al mundo un adiós romántico, de inmensa ternura, que fué como violeta humilde entre el manojo de calientes claveles de su vida. Cierta tarde, la antigua bailarina recibió la visita de un señor anciano que dijo llamarse Mateo Breuil.