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Actualizado: 26 de mayo de 2025


Tóbler un precioso álbum de costumbres filipinas, que más tarde mandó litografiar á Alemania, formando un curiosísimo tomo, del cual conservo un ejemplar que me regaló. Ya era bien entrada la noche, cuando dejamos la conversación, yendo en busca del lecho, en el que no tardé en quedarme dormido al arrullo de un riachuelo que corre cerca de la casa. Horizontes intertropicales.

Con una frase que conservo en la memoria, calificó Pez aquel carácter vanidoso, aquel temperamento inaccesible a toda pasión que no fuera la de vestir bien. Dijo este gran observador que era como los toros, que acuden más al trapo que al hombre.

Rafaela conservó para una pequeña parte, en fondos extranjeros, del gran capital de su difunto marido; conservó lo bastante para que le produjese de setenta a ochenta mil francos de renta, con los que decidió irse de Río y venir a vivir en Europa. Así lo hizo, a los pocos meses de viuda.

Acompañado de su amante, joven y hermosa, á quien adoraba y que procuraba hacerle dichoso, considerado y tenido en alto aprecio por todos y agasajado por cuantos hombres de letras había en la capital de Andalucía, la estancia de Lope en nuestra ciudad debió serle en extremo agradable, y de ella conservó siempre gratísimos recuerdos, como se desprende de algunos pasajes de sus obras.

Y eso que yo aún conservo cierto olfato de mis tiempos de guardia civil. He pasado días enteros en las inmediaciones del cerro del Pimiento.

Lo mismo sucedió á Constantinopla cabeza del Imperio Oriental; en quien juntamente se levantaron y merecieron el poder y la piedad por el grande Constantino; en cuyos sucesores se conservó, hasta la ira de Dios se ejecutó su castigo, entregándola por despojos á naciones extrañas, y en este tiempo casi forzada de pocos Catalanes y Aragoneses, á recibir leyes la que las daba á tantos Reinos y gentes.

En tal caso, no tendré necesidad de ti. No obstante, paséate por los alrededores mañana por la mañana. Si no viniese... ¡pero no, eso es imposible! vienes así que se hayan acostado. No importa a que hora. Tal vez le Tas duerma; llama de todos modos, yo te abriré la puerta. Es inútil, señora; he sido cerrajero y conservo mis herramientas. Bien, te esperaré. Pero estoy segura que el conde vendrá.

Sin embargo, conservó su aspecto sereno, su semblante impasible é inalterable su acento, cuando respondió á la reina: Sólo falta que doña Clara le entregue su provisión de capitán de la guardia española. Se le entregará... mañana... Ahora bien: ¿cuánto ha costado esa provisión, porque supongo que Lerma la habrá vendido?

Un día recibí una ejecutoria, que aún conservo, y unos papeles que acreditaban que yo era, en efecto, doña Ana de Acuña, única descendiente de una familia ilustre, pero pobre. ¿Era rico don Hugo? preguntó el duque de Lerma. Riquísimo. Pues entonces comprendo perfectamente cómo os ennobleció... Compraría su apellido y su ejecutoria á una familia pobre... Eso debió ser. Continuad, señora.

Carrascosa era hombre de mucha travesura y socaliña, sutil como el aire, capaz de urdir en el seno de las familias las más hábiles marañas; iba y venía sigilosamente su color de preparar fiestas, de arreglar procesiones, y era, en resumen, un pícaro tercero. Así le llamamos por no darle otro nombre un poco soez, que alguien le aplicó oportunamente y conservó entre muchos con justicia.

Palabra del Dia

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