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Actualizado: 28 de junio de 2025
Un dependiente del cabildo de Coria y dos personajes más, en calidad de consejeros supremos de la Junta, hacían como que meditaban, por el buen parecer en un rincón de la sala. Indecible fue la alegría de la Junta Suprema cuando el portugués hubo presentado a nuestro pobre labriego en calidad de vasallo de Su Majestad Imperial.
Descarrilaron, se salieron del camino, abrazándose de nuevo a la Iglesia, como única salvación ante el peligro revolucionario, y todavía no han vuelto ni volverán a la buena ruta. Jesuítas, frailes y obispos tornaron a ser los consejeros de palacio, y aún lo son ahora, como en los tiempos en que Carlos II consultaba los planes militares y políticos con una junta de teólogos.
»Los doctos consejeros estuvieron callados un momento, mientras la frente del doctor se iluminaba con un rayo de esperanza. ¡Pobre padre! Quizás se vanagloriaba de haberse engañado, y creía que sus sabios colegas, ilustrados por sus preciosos análisis, antes de hablar callaban y se recogían para proponer al fin algún remedio capaz de salvar a su hija.
Febrer, que iba furioso por la intervención de su amigo y la rudeza con que le había hecho abandonar la casa, dio expansión a su cólera. ¿Y a él qué le importaba? ¿Con qué derecho se atrevía a mezclarse en sus asuntos?... Era ya bastante grande para no necesitar consejeros.
Asi, tres cuartos de hora despues de haber partido de Lováina nos deteníamos en Malínas, ciudad célebre por su catedral, sus encajes y sus almuerzos de patas y orejas de cerdo, y no poco afamada entre los Belgas por la terquedad tradicional de sus consejeros municipales.
14 He aquí, él derribará, y no será edificado; encerrará al hombre, y no habrá quien le abra. 15 He aquí, él detendrá las aguas, y se secarán; él las enviará, y destruirán la tierra. 17 El hace andar a los consejeros desnudos de consejo, y hace enloquecer a los jueces. 18 El suelta la atadura de los tiranos, y les ata el cinto a sus lomos.
Existe una tribu de pieles rojas en la que las madres intentan hacer hijos para consejeros y para la guerra haciéndoles inclinar la cabeza hacia adelante ó hacia atrás por medio de sólidos instrumentos de madera y vendajes apropiados; lo mismo que esta tribu existen pedagogos que se consagran á la obra funesta de fabricar cabezas de funcionario y otros cargos, lo cual consiguen, desgraciadamente, con harta frecuencia.
Mesía y Visita no tenían en el invierno de sus amores aquellos días de sol de que hablaba Obdulia. Pero cuando se veían a solas y alguno de ellos tenía algún cuidado o preocupación, de esos que piden confidentes y consejeros, se lo decían todo, o casi todo; se hablaban en voz baja, muy cerca uno de otro, y volvían a llamarse de tú como antaño.
A él concurrían no solamente los banqueros, los secretarios generales y los consejeros de Estado, sino hasta duques y príncipes, diputados y prefectos, y los senadores más partidarios del poder temporal del Papa; sólo faltaban los prelados. Veíanse en él ministros casados, y hasta los más casados de todos los ministros.
En cuanto los esclavos pusieron en tierra el precioso depósito, y que sólo se oía en el silencioso aposento el murmurador bisbisar de los wazires y consejeros y alguno que otro suspiro del inquieto Sultán, se incorporó el loco Ben-Farding, acercándose al lecho en que descansaba, como en un encanto, la linda Sultana, y exclamó en alta voz y fuera de sí: ¡Perfección divina! ¡Portento sin igual! ¡Asombro de la naturaleza!...
Palabra del Dia
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