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Actualizado: 15 de junio de 2025


Durante un minuto quedaron ambas calladas. Al fin Adriana insistió. ¿Zoraida se impresionó mucho? ¿Ella sabía la pasión de papá?... Carmen fijó en ella una expresión de sorpresa. ¿Zoraida? ¡Por Dios! Adriana se confundió: Te quería preguntar... ¡Si no fue por Zoraida! Fue por mamá... ¿ no sabías?

Más patente aparecerá la estrecha unión, que tuvo este linaje de poesía con el drama posterior, si se recuerda, aun anticipando esta observación, que en tiempo de Lope de Rueda precedía el romance á toda representación escénica, que después subsistió como loa ó prólogo, y al fin se confundió con el drama, formando un todo orgánico.

Esta idea me asaltó en aquellos instantes y resuelto á morir á la vista del cielo fuera de aquel ataúd, me puse de pie para salir de la cámara. En aquel instante la campana dió los tres cuartos. La luna debía estar en su carrera visible. La percepción de la campanada se confundió con la visual al barómetro. ¡¡¡Principiaba á subir!!! ¡¡¡Nos habíamos salvado!!!

Juan Machín se fué a Bilbao y se confundió con los holgazanes y perdidos de baja estofa que pueblan de noche el barrio de Miravilla; pero, de pronto, el granuja inútil apareció como un hombre emprendedor; vino a Lúzaro, tomó las minas de Beracochea, y comenzó a explotarlas. A los cuatro o cinco años ganaba el dinero de una manera fabulosa.

En el sistema intelectual ha sucedido al contrario; porque sin embargo de que Cartesio, poco instruido en la Filosofía antigua, confundió las nociones mentales pertenecientes á la Metafísica con las de la Animástica, y estas con las de la Lógica, la mayor parte de los Escritores de Lógica en estos tiempos guardan la misma confusion, mezclando indiferentemente los principios de las Artes, y queriendo que á título de Lógica se sepan todas, sin cuidar despues de instruirse de cada una de ellas.

Trepaba por un murallón medio deshecho ya, amparo de un viñedo colgado, por decirlo así, en la falda abrupta del monte, cuando del otro lado del baluarte que escalaba creyó sentir rumor de pisadas, que la finura de su oído no confundió con las del cazador; y con el instinto cauteloso de los niños hijos de la naturaleza y entregados a mismos, se agachó, quedando encubierto por el murallón de modo que sólo rebasase la frente.

El suicidio de su cuñado lo confundió, muy sencillamente, con los actos incomprensibles de la locura, actos que debía tapar el silencio. Uno de sus principios era precisamente la conveniencia de evitar el escándalo, y hasta las alusiones a cualquier suceso que no estuviera en el orden.

Tenían que ataviarse y estar prontas antes del , que se tomaría temprano, y que debía animarles para el baile. Cuando la señorita Nancy entró, hubo por toda la casa un murmullo de voces, que se confundió con el ruido de un violín que estaba preludiando en la cocina. Pero la llegada de los Lammeter tenía evidentemente tan preocupadas a las gentes, que se asomaron a la ventana para verles llegar.

Ventura se confundió, vaciló, tembló, bajó los ojos admirablemente. Al fin dijo: ¿Cómo quieres que yo lo sepa, Gonzalo? ¡No mientas, Ventura! exclamó con ademán furioso. En el fondo sentía una alegría inmensa, infinita. Te digo la verdad... No lo sabía... Pero sospechaba algo... Por eso me asusté... Cuando entraste, estaba pensando en ir al cuarto de Cecilia, a ver si estaba en él...

Pero no; lo que llevaba al lado era un buen mozo capaz de defenderla; algo tímido y encogido, eso , con la cabeza baja, como si las palabras que aún tenía por decir se le hubieran deslizado hasta el pecho y allí estuviesen pinchándole. Roseta aún le confundió más. «Vamos á ver: ¿por qué hacía aquello? ¿por qué salía á acompañarla en su camino? ¿qué diría la gente?

Palabra del Dia

cabalgaría

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