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Actualizado: 2 de junio de 2025


Crees que vives fuera de esa influencia, porque no vas á misa, ni te tratas con curas; pero todo llegará, irás, y hasta es posible que te arrodilles ante algún confesonario de la iglesia de los jesuítas. Estás en el círculo de su influencia: te tienen al alcance de su mano por medio de la familia; ya te agarrarán. ¡Apenas si es mal bocado el millonario Sánchez Morueta! El aludido sonrió. ¡Bah!

«No era él un don Custodio, ignorante de lo que es el mundo, lleno de ensueños, ambicioso de cierto oropel eclesiástico, que tal vez se gana en el confesonario, para que le halagasen todavía revelaciones imprudentes, que sólo servían para inundarle el alma de hastío.

El beneficiado admiraba al Magistral, creía en su porvenir, se le figuraba obispo, cardenal, favorito en la corte, influyente en los ministerios, en los salones, mimado por damas y magnates. La envidia del beneficiado soñaba para don Fermín más grandezas que el mismo Magistral veía en sus esperanzas. La mirada de este fue en seguida, rápida y rastrera, al confesonario de que salía el envidioso.

Ana, ante aquel silencio, sintió un terror extraño.... Pasaban segundos, algunos minutos muy largos, y la mano no llamaba.... La Regenta, que estaba de rodillas, se puso en pie con un valor nervioso que en las grandes crisis le acudía... y se atrevió a dar un paso hacia el confesonario. Entonces crujió con fuerza el cajón sombrío, y brotó de su centro una figura negra, larga.

Ya lo ; estuviste dos horas y media en el confesonario, y el señor Ronzal se cansó de esperar y no tuvo contestación que dar al señor Pablo, que se volvió al pueblo creyendo que y Ronzal y yo y todos somos unos mequetrefes sin palabra, que sabemos explotarlos cuando los necesitamos y cuando ellos nos necesitan los dejamos en la estacada.

Cada día aumentaba en don Álvaro la superstición del confesonario, cada día creía más poderosa la influencia del cura sobre la mujer que le cuenta sus culpas.

Todos los pecados, por monstruosos que sean, reciben absolución en el confesonario; pero la más mínima duda del confeso en materia de fe nos impide absolverlo. Ahora bien: como todo esto es de sentido común, debe permanecer en secreto para los que no tienen sentido común, sean clérigos, sean seglares. ¿Comprende usted? Comprendo, comprendo asentí.

Pero en el confesonario se desacreditó antes que en el púlpito. ¡Era tan soso! Y tenía la manga muy estrecha y sin gracia. Preguntaba poco y mal. Hablaba mucho y a todas les decía casi lo mismo. Además, era demasiado madrugador y ni siquiera guardaba consideraciones a las señoras delicadas. Se ponía en el confesonario al ser de día. Se le fue dejando poco a poco.

No decía más que esto: «¡Ladrón! ¡Sacrílego! ¿Dónde están los siete mil reales devueltos en el confesonario por un pecador arrepentido?». Bonis, que estaba en su alcoba, se dejó caer sentado sobre la colcha de flores azules de su humilde lecho. Sintió un sudor frío, la garganta apretada. «¡Me estoy poniendo malose dijo.

Mientras el Arcipreste profanaba los cuatro lados de la cruz latina, que era sacristía, con el relato mundano de la vida y milagros de Obdulia Fandiño, Glocester, sonriendo, pensaba en los motivos que podía tener el Magistral para oír a don Cayetano, en vez de correr al confesonario al pie del cual le esperaba la más codiciada penitente de Vetusta la noble.

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