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Actualizado: 3 de junio de 2025
Yo la he dao aguardiente cocío con pólvora, que icen que es bueno pa tomar ripunancia á la bebida, y á esta condená paece que le gusta más desde entonces. He gastao en velas pa los Santos Mártiles, á ver si la quitan el vicio, un sentío..., y como si callara.... Ya no sé qué hacer, tío Tremontorio, si no es matarla, porque es mucho el vicio que tiene.
Por todas las razones que dejo expuestas me atrevo yo a decir que las corridas de toros sobre ser filantrópicas, son patrióticas y regeneradoras, y que, por lo tanto, deben ser aprobadas y hasta celebradas y fomentadas. Veamos ahora si las condena y si justamente las anatematiza la piedad que debe inspirarnos todo ser viviente, sensible al dolor, aunque no sea racional como nosotros.
Verdaderamente, esto es un poco severo, tío; mi madre te condena a una existencia de cartujo decía riendo el diplomático en disponibilidad. El tío suspiraba, en realidad, a no dedicarse a las pastoras, de lo que le acusaba a veces su hermana, el excalavera no podía hacer de las suyas.
El avaro acumula tesoros temiendo la pobreza; y en medio de sus riquezas sufre los rigores de esa misma pobreza que tanto le espanta: él se condena á sí mismo á todos ellos, con su alimento limitado y grosero, su traje sucio y raido, su habitacion pequeña, incómoda y desaseada.
El mundo injusto y cruel como siempre condena a aquella pobre mujer, la persigue y la maldice. Sin embargo apuntó la condesa que presumía de dialéctica sutil , la responsabilidad que el mundo exige a la mujer no se funda precisamente en la conciencia o inconsciencia de su capricho, sino en las consecuencias que consigo arrastra.
Su crimen, dijo Sorege fríamente, y su condena. Es, por cierto, bastante. ¿Piensa usted que si yo hubiera perdido hasta ese punto la memoria, el mundo no me hubiera recordado que Jacobo de Freneuse fué arrancado por los gendarmes del banquillo de los acusados y conducido con esposas primero á la cárcel y después á presidio?
Si no, dígame vuesa merced: ¿por cuál de las mentecaterías que en mí ha visto me condena y vitupera, y me manda que me vaya a mi casa a tener cuenta en el gobierno della y de mi mujer y de mis hijos, sin saber si la tengo o los tengo? ¿No hay más sino a troche moche entrarse por las casas ajenas a gobernar sus dueños, y, habiéndose criado algunos en la estrecheza de algún pupilaje, sin haber visto más mundo que el que puede contenerse en veinte o treinta leguas de distrito, meterse de rondón a dar leyes a la caballería y a juzgar de los caballeros andantes? ¿Por ventura es asumpto vano o es tiempo mal gastado el que se gasta en vagar por el mundo, no buscando los regalos dél, sino las asperezas por donde los buenos suben al asiento de la inmortalidad?
Sí, pero en la misma tentación les dice: que como antes los ganaba con sacarles de su ley; así ahora los asegura con tenerles firmes en ella; porque ahora los condena el tenerla, no menos, que entonces el dejarla. Pero no pudo errar el que dijo, que ellos siempre tienen en su corazón el error. Et dixit hi errant corde. Psalm. 94. 10.
Un poder secreto me detiene y me condena a vivir a pesar mio, si es vivir el llevar un desierto arido en mi corazon, y el ser yo mismo el sepulcro de mi alma, supuesto que no trato de justicar mis crimenes a mis propios ojos: esta es la ultima desgracia de los malos.
Tiene ya su gobierno; Facundo ha muerto dejando ocho provincias huérfanas, unitarizadas bajo su influencia. La República marcha visiblemente a la unidad del Gobierno, a que su superficie llana, su puerto único, la condena.
Palabra del Dia
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