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Actualizado: 23 de junio de 2025
Los ojos tenían una agudeza fija é imperiosa, y su gesto era avinagrado, como de persona eternamente indignada contra todo lo que no es obra suya. El profesor, que por vivir dedicado á sus raros y profundos estudios concedía escasa atención á las cuestiones de actualidad, no se había fijado nunca en este personaje; pero ahora le miró con gran interés.
Jefe Superior Político, trasladando la Real Orden de 2 del actual por la que S. M. concedía su real permiso á la Junta de Beneficencia para construir un teatro en fincas de su propiedad, para acudir al sostén de los objetos de dicho ramo, bajo el concepto de que haya de proceder subasta solemne. El Sr. Alcalde leyó con este motivo una comunicación que le había dirigido el Sr.
Pero descuida, no tardará en levantarse. Dieron una vuelta por los alrededores, y en efecto, cuando tornaron Mario se hallaba de nuevo trabajando y con tal ardor que no advirtió su presencia hasta que le tocaron en el hombro. Pero Carlota no concedía la importancia que Miguel a los trabajos artísticos de su esposo.
El cura algunas veces le contradecía y otras concedía, porque si no guardaba este artificio, no había poder averiguarse con él. En este tiempo, solicitó don Quijote a un labrador vecino suyo, hombre de bien -si es que este título se puede dar al que es pobre-, pero de muy poca sal en la mollera.
Los sueños de ambición y gloria no tardaron en apoderarse completamente de mi cerebro. ¡Cuántos proyectos y castillos en el aire formé recostado en los almohadones de mi carruaje! Riquezas, honores, dignidades, brillantes éxitos de todas clases... Todo lo ambicionaba. A mi juicio, lo merecía todo, y todo me lo concedía, elevándome más y más, conforme avanzaba en el camino.
Y tal valor concedía el Senado a tales descubrimientos, que guardaba como un secreto de Estado la ruta de los navegantes, viendo en las tierras lejanas un seguro refugio para su pueblo si una guerra infortunada hacía necesaria la expatriación.
Y cuando se había aceptado como medida prudente el matar á estos intrusos, que se presentaban de tarde en tarde, con la regularidad de una epidemia, llegaba el último Hombre-Montaña, y el Consejo Ejecutivo, faltando á la tradición, le concedía la vida.
Finalmente, el acabársele el vino fue principio de un sueño que dio a todos, quedándose dormidos sobre las mismas mesas y manteles; solos Ricote y Sancho quedaron alerta, porque habían comido más y bebido menos; y, apartando Ricote a Sancho, se sentaron al pie de una haya, dejando a los peregrinos sepultados en dulce sueño; y Ricote, sin tropezar nada en su lengua morisca, en la pura castellana le dijo las siguientes razones: «Bien sabes, ¡oh Sancho Panza, vecino y amigo mío!, como el pregón y bando que Su Majestad mandó publicar contra los de mi nación puso terror y espanto en todos nosotros; a lo menos, en mí le puso de suerte que me parece que antes del tiempo que se nos concedía para que hiciésemos ausencia de España, ya tenía el rigor de la pena ejecutado en mi persona y en la de mis hijos.
Esta reina virtuosa padeció estremadamente con las discordias suscitadas entre su esposo D. Dionís y su hijo D. Alonso, á consecuencia de la excesiva privanza que el 1.º concedia á D. Alonso Sanchez su hijo bastardo.
No veo aquellos muros que consagró la gloria Cuando asilado en ellos ejército estrangero, El pueblo omnipotente con ademan severo Hizo rendir la espada del bravo Berresford; No veo el foro inmenso do fueron nuestros padres A usar de los derechos que Dios les concedia, Ni el balconage rústico donde el Cabildo un dia La gran soberanía del pueblo proclamó.
Palabra del Dia
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