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Actualizado: 29 de junio de 2025


Uno de los mancebos más elegantes, que se había preparado en Madrid para cinco carreras especiales consecutivamente, sostenía la primacía de los maestros alemanes, asegurando que no había óperas como Roberto, Hugonotes y Profeta, ni música sinfónica que pudiera competir con la de Beethoven y Mozart.

Por lo demás, fuera de aquella maligna intención para herir en lo vivo a las personas, en lo cual podía competir y aun creemos que aventajaba a María Josefa, era un ser útil y servicial. Su malignidad, al cabo de todo, era resultado de la que a él se le mostraba. Sus habilidades muchas y varias. Trabajaba el punto de crochet que daba gloria. Las colchas que él hacía no tenían rival en Lancia.

Elogiaban mucho el traje; pero más aún la figura. Decían que no había ninguna niña en el baile que pudiera competir con la frescura de usted; que tenía usted un cutis como raso, cada día más terso y brillante. ¡Jesús, qué tontería! Esas son payasadas, Emilio. En otro tiempo, no digo.... No, Pepa, no; el cutis de usted es proverbial en Madrid. Ya daría Irene algo por tenerlo como usted.

Pero, la señora, estrechando la hermosa cabecita de virgen contra su seno opulento, protestaba: no, la buena era ella, su hija, su Nanita adorada; a ver, que vinieran todos los ángeles del cielo y todos los santos del almanaque a competir con ella; ¿a que se volvían avergonzados de la derrota?

Acabó de cerrar la noche, pero con tanta claridad de la luna, que podía competir con el que se la prestaba, de manera que cuanto el novel caballero hacía era bien visto de todos.

Yo he querido competir con mi amigo D. Arturo, y sin robarle su marca registrada he hecho aguardiente de anís doble también, que es tan altruista y tiene un espíritu tan sociológico como el suyo. Estas muchachas traerán en sendas bandejas copas y aguardiente de Villalegre y de Chinchón.

Fue así como llegó a comprender que su marido era efectivamente, como lo había oído decir, un tirador diestro, de una solidez y una fuerza muy notables, y que hasta entonces no había otro que pudiera competir con él sin demasiada desigualdad, sino el señor de Monthélin, hasta llegar a tener ventaja sobre el barón, en dos o tres asaltos, lo que le valió de Juana algunas palabras amables.

Es tan bello este drama, tan original, tan patético, se respira en él tal perfume de poesía mezclado á un sentimiento tan profundamente cristiano, que dudo mucho que otra producción dramática de este siglo pueda competir con ella en el aprecio de los venideros. Semejante distancia entre las obras de un mismo autor no puede achacarse racionalmente sino á la felicidad de la invención.

Es cierto que no faltaban mozalbetes en el lugar, empezando por el barberillo, que persistía en suspirar por María; pero todos estaban lejos de poder competir con Stein. Por este tranquilo estado de cosas habían pasado tres veranos y tres inviernos, como tres noches y tres días, cuando acaeció lo que vamos a referir.

Ojo, pue, con el pico, ¿eztamo? Pues no diremos nada de las cerdas que le salían por las manos y las muñecas, que podían competir muy bien con las de los cepillos más ásperos.

Palabra del Dia

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