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Actualizado: 29 de junio de 2025


Un zapatero de fuera, zapatero de lujo, viene a establecerse en esta misma calle. Es un protegido de la duquesa de Somavia. Conque.... Ojo al Cristo, que es de plomo. Para competir, tendréis que apretar. Díselo al franchute. Que suelte mosca. En esto que, con ágil y perfumado revoloteo de brisas primaverales, se hizo presente una dama. Llegar ella y escapar el prestamista, todo fué uno.

Suárez manifestó a su tertulia de señoras que tenía una voz parecida a la de la Nantier Didier y que con poco tiempo de Conservatorio podría competir con las primeras contraltos. Como cesaran las felicitaciones y las miradas de todos dejaron de estar fijas sobre ella, una sombra de tristeza se esparció por el hermoso semblante de María.

Este género de literatura, que floreció tan gloriosamente en España, se descuidó por el teatro, desde mediados del siglo XVII, y sólo ha renacido recientemente, pugnando por competir con las novelas francesas e inglesas, que son en el día las más celebradas, y con las novelas rusas y de otros pueblos del Norte, que van poniéndose muy de moda.

Que fuese literaria no tenía ninguna, al contrario, le parecía que en ese concepto podía competir con las mejores de Ayala... pero teatral... realmente teatral... eso ya era otra cosa. ¿Qué diferencia es esa, D. Jerónimo?... No entiendo... Pues se la explicaré a V., pollo. Llamamos entre bastidores, teatrales a las obras buenas y literarias a las malas. ¡Ah!

-Todos esos tres libros -dijo el cura- son los mejores que, en verso heroico, en lengua castellana están escritos, y pueden competir con los más famosos de Italia: guárdense como las más ricas prendas de poesía que tiene España.

Pues Periquet, que no tiene escaparate, en su empeño de competir en todo con el bazar, ha colocado encima del letrero de su tenducho embarullado, pero bien provisto, una cotorra, también de cartón y también muy pintarrajeada, sosteniéndose sobre la palabra DE, o mejor dicho, con cada letra de estas dos en la correspondiente pata.

Por eso era capaz de alzar sobre los hombros un carro de yerba; por eso nadie osaba competir con él ni en la siega ni partiendo leña.

Hubo ocasión en que al lanzar uno de sus chistes más picantes, relacionado como siempre con las materias fecales, apenas produjo risa entre las oyentes, y supo que una de ellas, después que se fue, le había calificado de grosero y mal educado. De las gracias corporales no había que hablar, pues bien se le alcanzaba que nunca podría competir con la delicada y gallarda figura de su rival.

Pero doña Inés fue más allá de Cornelia: no se contentó con lucir a sus hijos, sino que se propuso competir con ellos y aun superarlos en indumentaria, y decidió que Juanita también la vistiese. Juanita se prestó a todo con el mejor talante y prodigioso acierto e hizo a doña Inés corsés y varios trajes.

Berenguer fué á poner sitio sobre Megarix, y Rocafort en su emulacion fué á ponerle á Nona, sesenta millas de Galípoli y treinta de Megariz; y aun se tuvo por corta la distancia, según estaban los animos alterados, y particularmente los del vando de Rocafort, que como superiores les parecia mengua que los otros se atreviesen á competir.

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