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No violentemos la naturaleza, querida, no violentemos la lógica repitió . Concedo que no sea yo enteramente antipático; pero usted, que siente y discurre muy bien, podrá decir si hay nada en la persona y en el alma de un viejo que pueda competir con la juventud, con el rostro alegre y expresivo de un hombre sano en la plenitud de sus afectos, de su fuerza, de su vida toda.

El capitán se lleva la mano á los ojos y permanece algún tiempo inmóvil y silencioso. Ya no era aquel viejo apuesto, vigoroso, que en fuerzas y agilidad podía competir con cualquier joven. En pocos meses se había trasformado en un anciano caduco. Gracias, gracias murmuró con voz débil. Dejadme solo. Llorando y en silencio fueron saliendo todos los tertulios.

Tal es la fuerza del licor, tan fuerte Es de las aguas la virtud, que pueden Competir con los fueros de la muerte. Hace el ingenio alguna vez que queden Las verdades sin credito ninguno, Por ver que á toda contingencia exceden. Al despertar del sueño asi importuno, Ni vi monte, ni monta, dios, ni diosa, Ni de tanto poeta vide alguno.

Pero guiado sólo del amor á lo bello y permaneciendo fiel á su naturaleza, no trató más que de producir obras bellas y perfectas, sin curarse de competir en ingenio con su glorioso predecesor; y por esta modestia y esta moderación llegó á ser el más grande de los dramaturgos que la humanidad ha producido. ¡Cuán distinto lo que hoy sucede!

Aunque pudiera la provincia de Caupolican dar incremento á la cultura de su coca, sin llegar por esto y en esto, sea dicho de paso, á competir jamas con las provincias de Yungas y de Muñecas; aunque seria posible fomentar en ella el cultivo del arroz, del café, del maiz y del tabaco, así como ocuparse en el laboreo de las minas de oro que abundan en las montañas, sacando de ellas los especuladores no pocas ventajas; aunque seria dable utilizar tambien el algodon, aplicándolo á la industria fabril para surtir á sus habitantes de géneros de vestimenta, creo que estos ramos comerciales é industriales deben ser de un órden secundario en esta provincia.

Mas no se crea que con esto quiera yo negar que el hombre virtuoso se halle muchas veces en posicion sumamente desventajosa, para competir con un adversario inmoral.

El capitán se colocó en fila con los demás y se puso á bailar con tal primor y tan concertadamente que pocos entre los jóvenes pudieran competir con él. Y en verdad que era espectáculo raro y gozoso á la vez el contemplar á aquel anciano moverse con tal agilidad y donaire. Ninguno más suelto y elegante. La precisión y cadencia de sus pasos eran tan perfectas que en esto, ya que no en el brío, sacaba ventaja á los demás. Los jóvenes palmoteaban. Á algunos viejos se les saltaban las lágrimas recordando sus tiempos de juventud. El tío Goro decía sentenciosamente dando chupetones á su pipa: ¡

Creedme, el duque de Lerma no es tan terrible como parece; el duque de Lerma nada puede hacer por solo; no tiene de grande más que lo soberbio... Y lo ladrón... Su soberbia, que le impele á competir con el rey, le hace arrostrar gastos exorbitantes; en nada repara con tal de sostener su ostentación y el favor del rey, que es una parte, acaso la mayor, de su ostentación.

Los Padres Augustinos, sin duda, se esmerarán más en sus enseñanzas para competir con los Padres de la Compañía y vencerlos, si pueden.

Y así no se debe tener por Captan cuerdo el que intenta una empresa errada por su Príncipe, si ya n quiere competir con el del Imperio. Con el buen suceso que tuvieron no trataron de pasar adelante, ni seguir la victoria: cosa que les hizo perder reputacion, y fué ocasion de hacer muchos excesos en aquella comarca, que irritaron gravemente el ánimo de los naturales y Griegos.