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Estos dos hombres silenciosos, que avanzaban como dos sombras, eran los hermanos Juan y Simon Maillard. Estéban, ¿qué se hace por aquí á estas horas? Juan, ¿qué importa á nadie lo que yo hago? Atiendo á mi oficio de Preboste de la ciudad. ¡Voto á brios! exclamó Juan Maillard, que era su compadre; el diablo cargue conmigo, si estais aquí para nada que huela á bueno.

Preguntaron á la portera de la antigua casa si se había alquilado de nuevo el cuarto segundo. Dijo la portera que no. Preguntáronle el nombre de la criada y si sabía su paradero. Se llama Pascuala contestó: está casada con un tabernero llamado Pascual; pero no dónde viven. El tabernero de la calle del Barquillo debe saberlo, porque es compadre suyo.

Antonio lanzó hacia él una mirada de odio. ¡Cómo trasnochaban aquellas gentes! Estarían jugándose el dinero... ¡Si tuvieran que madrugar para ganarse el pan! ¡Iza! ¡Iza! Que van muchos delante. El compadre y Antoñico tiraron de las cuerdas, y lentamente se remontó la vela latina, estremeciéndose al ser curvada por el viento.

Una bala había llevado a Medio-hombre la punta de su pierna de palo, lo cual le hacía decir: «Si llego a traer la de carne y hueso...» Dos marinos muertos yacían a su lado; un tercero, gravemente herido, se esforzaba en seguir sirviendo la pieza. «Compadre le dijo Marcial , ya no puedes ni encender una colilla».

No se haga usted el santo conmigo, compadre; lo que le interesa sobre todo es que sea un religioso de su orden el que haya llevado a cabo la conversión; lo comprendo, una conversión como ésta podría proporcionarle un centenar de clientes, y eso vale la pena. El Cielo, hermano, es testigo de...

Por tomar muchos juntos, se le cayó uno a los pies del barbero, que le tomó gana de ver de quién era, y vio que decía: Historia del famoso caballero Tirante el Blanco. ¡Válame Dios! -dijo el cura, dando una gran voz-. ¡Que aquí esté Tirante el Blanco! Dádmele acá, compadre; que hago cuenta que he hallado en él un tesoro de contento y una mina de pasatiempos.

El señor Fermín, para que no le viesen llegar con las manos vacías los parientes pobres que cuidaban de sus pequeñuelos, se dedicó al contrabando. Su compadre Paco el de Algar, que había ido con él en las partidas, conocía el oficio. Entre los dos existía el parentesco de la pila bautismal, el compadrazgo, más sagrado entre la gente del campo que la comunidad de sangre.

Este libro, señor compadre, tiene autoridad por dos cosas: la una, porque él por es muy bueno, y la otra, porque es fama que le compuso un discreto rey de Portugal. Todas las aventuras del castillo de Miraguarda son bonísimas y de grande artificio; las razones, cortesanas y claras, que guardan y miran el decoro del que habla con mucha propriedad y entendimiento.

FLORES. La Virgen del Carmen le bendecirá, compadre, y usted no se arrepentirá de haberme hecho ese favor cuando sepa que yo conozco curiosos detalles de ese renegado que van a ajusticiar.

Pero era el caso que para ir, en esos tiempos, a Ica se gastaba muchos días y se corrían mil peligros; y como las bodegas no podían quedar cerradas o a merced de un dependiente, resolvióse a venderlas, comisión que encargó a un español llamado Vilches, que era su compadre y hombre para ella de toda confianza.