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Actualizado: 30 de abril de 2025
Se puede ir a presidio lo mismo que cuando se abusa para el mal. Ya sabe usted mi nombre... Sí, sí señor: sé que la influencia de usted basta para sacarme de un atolladero... sin embargo... Sé que deben recompensarse estos servicios, añadí sacando algunos billetes y poniéndolos sobre la mesa bajo mi mano. ¿Es urgente la resolución de ese negocio? me dijo el comisario. Urgentísima.
Y es lo bueno que es pública fama por todos estos contornos que los que nos saltearon son de unos galeotes que dicen que libertó, casi en este mesmo sitio, un hombre tan valiente que, a pesar del comisario y de las guardas, los soltó a todos; y, sin duda alguna, él debía de estar fuera de juicio, o debe de ser tan grande bellaco como ellos, o algún hombre sin alma y sin conciencia, pues quiso soltar al lobo entre las ovejas, a la raposa entre las gallinas, a la mosca entre la miel; quiso defraudar la justicia, ir contra su rey y señor natural, pues fue contra sus justos mandamientos.
Todo lo que hice presente al Gobernador D. Tomas Carminate, quien respondió que nada creia de aquello, y que el comisario le decia no convenia viniese á Valdivia dicho cacique; y con mi respuesta que esperaba, dejó de venir.
En el fondo de la gaveta de la derecha encontró el comisario un estuche en forma de libro forrado en terciopelo negro, y cerrado con una minúscula llave: ya iba a abrirlo, cuando el Príncipe dio un paso hacia él, diciendo: Ese es un libro de memorias... el diario de su vida...
¡Pero eso no puede ser! rugió de nuevo don Mariano deteniendo a su hija . ¡Este hombre está loco o viene equivocado! ¿Está usted dispuesta a seguirme? preguntó el comisario a la joven. Sí, señor contestó ésta con firmeza. Pues vamos. Don Mariano se llevó las manos al rostro y exclamó con un grito de dolor: ¡Hija mía de mi alma! ¿Qué has hecho?
Don Carlos estaba en su comedor tomando el décimo mate de la mañana. Celinda, con vestido femenino, ocupaba un sillón de junco y parecía entregada á melancólicos pensamientos. El mestizo entró gritando: Patrón, el comisario dice que vaya ahorita mismo al pueblo. Han tomado preso al que robó nuestra vaca.
¡A la orden, señor comisario! Y el comisario un viejo criollo, de cara bonachona y sonriente alzó la vista, me miró, y dijo: "Esperá", mientras concluía la tarea de poner el sobre escrito a una carta. ¡Decime, che!... ¿Has sido sargento del sexto? ¡Sí, señor!
-Dice verdad -dijo el comisario-: que él mesmo ha escrito su historia, que no hay más, y deja empeñado el libro en la cárcel en docientos reales. -Y le pienso quitar -dijo Ginés-, si quedara en docientos ducados. ¿Tan bueno es? -dijo don Quijote. -Es tan bueno -respondió Ginés- que mal año para Lazarillo de Tormes y para todos cuantos de aquel género se han escrito o escribieren.
En tal caso puede este tenerse al cuidado de un Gobernador ó Comandante, con menor sueldo que el que hoy goza el Comisario Super-intendente, y podrá encontrarse aquí sugeto á propósito y benemérito para el encargo. Todo lo expuesto me ha parecido de mi obligacion representar á V.E., para que, instruido S.M., se digne resolver lo que estime mas conveniente. Dios guarde á V.E. muchos años.
Su temprana afición a observar los aspectos más pintorescos de la vida le encaminó por el doble sendero del periodismo y de la investigación policial. Así, entre cuartilla y cuartilla, llegó a ocupar el puesto de Comisario de Pesquisas en la Policía de Buenos Aires, que tanto se adaptaba a las modalidades de su espíritu curioso y novelesco.
Palabra del Dia
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