Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 14 de mayo de 2025
Fuéronse a comer, y la comida fue tal como don Diego había dicho en el camino que la solía dar a sus convidados: limpia, abundante y sabrosa; pero de lo que más se contentó don Quijote fue del maravilloso silencio que en toda la casa había, que semejaba un monasterio de cartujos.
Pocos días después, al regresar a casa encontramos dos tarjetas del señor de Bray, que había ido a visitarnos, y al siguiente nos llegó una invitación a nombre de la señora de Bray, pero escrita por su marido: se trataba de una comida en familia ofrecida a los vecinos, la cual se rogaba amablemente fuera aceptada.
Contemplaba Roger con admiración el soberbio animal, pero Simón no pudo resistir el instinto del cazador y preparó su arco. ¡Tête Dieu! exclamó en voz baja. No vamos á tener mal asado en la comida. ¡Teneos, amigo! dijo Tristán posando la mano sobre el arco de Simón, á tiempo que el gamo desaparecía á todo correr. ¿No sabéis que la ley es rigorosísima?
Después que concluyeron, cuando estaban tomando el café, sea por haberse reído demasiado o por cualquier otra causa, la joven esposa se sintió mal del estómago. La comida le había hecho daño. Dijo que tenía ganas de devolverla. Y en efecto, se fué a su cuarto y al poco rato volvió diciendo que había arrojado y le dolía la cabeza. Se le hizo te.
Al comenzar la noche, un criado, para anunciar la comida, hacía resonar por los corredores, en su bocina de plata, a la moda gótica, una harmonía solemne. Yo, entonces, me levantaba y entraba en el comedor majestuoso y solitario. Una multitud de lacayos, con libreas de seda negra, servía, en un silencio de sombras que resbalan, las vituallas más raras y los vinos más costosos que joyas.
En la gran chimenea abierta ardían enormes trozos de leña, y mientras estábamos de pie delante del fuego, calentándonos después del viaje, la señora Gibbons, que había sido informada de nuestra visita por un telegrama despachado con tiempo, nos anunció que había preparado para nosotros una buena cena, por que sabía que no íbamos a poder llegar a la hora de la comida.
Eran casi las siete y media cuando llegamos de vuelta a King's Cross, y después de una ligera comida en un pequeño restaurant italiano que había enfrente de la estación, tomamos un coche y nos encaminamos a la plaza Grosvenor, con el objeto de comunicarle a Mabel nuestro éxito en la solución del enigma.
En una palabra, aquella comida, que había empezado tan lúgubremente, acabó de ser una brillante fiesta de cazadores y hombres de mundo, a la que la presencia de algunas lindas mujeres daba mayor animación.
La comida estaba dispuesta para los niños, porque los papás cenarían aquella noche en casa del tío Cayetano. Jacinta se había olvidado de todo, hasta de marcharse a su casa, y no supo apreciar el tiempo mientras duró la operación de lavar y vestir al Pituso.
Antes de servir la comida puso sobre la mesa, á guisa de aperitivo, una botella ventruda de vino del país, un néctar de las laderas del Vesubio, con un lejano sabor de azufre. Freya tenía sed y le inspiraba recelo el agua de esta trattoria.
Palabra del Dia
Otros Mirando