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Actualizado: 14 de septiembre de 2025


Mire usted una preciosa que pillé ahora mismo.... Le digo a usted, Anita, que sirvo para el caso. ¿A ver? ¡Eso es lo que usted encuentra! Comida de bicharracos.... ¡Uuuuy! ¿Qué pasa? exclamó solícito Borrén.

Bien consideré que debía ser hombre, mi nuevo amo, que se proveía en junto, y que ya la comida estaría a punto tal y como yo la deseaba y aun la había menester.

Yo me encogí de hombros y esperé. La señora entró con dos ciruelas casi verdes, y dos plumas. Las plumas equivalen á los palillos que usamos en España, aunque tienen un doble oficio. Ofrecer un plato con plumas, significa lo que significaba el lego cuando nos miraba con el saco de la limosna abierto. Aquellas plumas eran una sentencia. Resuelta y decididamente, la comida se habia terminado.

»Sombrío y severo, pero dotado de una sólida y verdadera piedad, poseía un gran fondo de inteligencia: sólo él hablaba con interés y bondad a Carlos, a quien todos trataban como a un sirviente y cuyas funciones, no obstante, eran las de paje de una gran casa. En la mesa permanecía cerca de , me servía de beber, y una vez terminada la comida, me presentaba el aguamanil y el jarro de cristal.

Cayeron enfermos casi todos sus compañeros, que llegaban á sesenta, porque se marearon con extraordinaria inapetencia y fastidio de la comida; á que se siguieron otras enfermedades, de que murieron ocho de los Jesuitas, como dije en la vida del P. Caballero, que pasó también á Indias en esta ocasión.

Sus compañeras trataron de hacerla cantar el para qué la había llamado D. Carlos; pero sólo contestó con evasivas y medias palabras. Suponiendo la Casiana que el señor de Trujillo había tratado con señá Benina el darle los restos de comida de su casa, la trató con miramiento, sin duda por llamarse a la parte.

En el fondo, las mujeres, sentadas en el suelo con las faldas abombadas como hongos, contábanse cuentos o relataban curaciones maravillosas ocurridas en la sierra por milagro de las vírgenes. Una canturía a media voz elevábase sobre el murmullo de las conversaciones. Eran los gitanos que continuaban su comida extraordinaria.

Obtenido lo cual, el correveidile se frotó las manos asegurando al presidente que la mesa estaría regiamente exornada. Regiamente, no señor contestó el presidente algo fosco . Republicanamente, dirá usted. No quiso el organizador de la fiesta discutir el adverbio, y satisfecho de haber encontrado los accesorios, se dio a buscar lo principal, o sea la comida.

De aquì los dos pasaron adelante En busca de comida, y en el rio, Que dije Igeipopè; est

Solían verificarse tales controversias después de la comida, cuando Pedro Lobo estaba convidado a comer en casa de los Sres. de Figueredo.

Palabra del Dia

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