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Actualizado: 5 de junio de 2025


En todo caso, he cometido una imprudencia. ¡Entregarme así indefenso a una mujer! ¿Estaría embriagado o habría perdido el juicio?... La condesa tiene la culpa de todo. El odio que me tiene debe ser muy grande para que la haya impulsado a cometer un acto tan perverso y estúpido. Revelarle a una persona extraña el secreto del que dependía su propia fortuna, su honor, su vida.

El duque había llegado a persuadirse de que su querida, a pesar de las sumas fabulosas que con ella gastaba, era muy capaz de dejarle plantado si un día se atufaba. Esta convicción le tenía siempre sobresaltado y rendido, dispuesto a humillarse, a cometer cualquier bajeza por complacerla.

La imagen misma era ya una caricia, y se le acercaba, dulcemente; sentía en la cara el calor de su cara, la misteriosa blancura de un seno pequeño emergía, en la sombra... Y Muñoz se aterraba, tenía la sensación de cometer en su pensamiento una profanación.

Y yo, que me ofrecía en subasta a las mundanas feas con fortuna, que me ponía en venta, acababa de cometer el acto más ultrajante, con la mujer que nos ha querido demasiado... Flaqueza en el Monte de los Olivos, o momento vil en un hombre que no lo es, llevan al mismo fin: ansia de sacrificio, de reconquista más alta del propio valer.

Sin embargo, no se mata a un hombre, por lo general, a la plena luz del día, con el fin de cometer un robo, que cualquier ratero hábil lo puede hacer sin recurrir a ese medio. Además, si sus enemigos o rivales sabían lo que era o conocían la costumbre que tenía de llevarlo siempre consigo, habrían podido apoderarse de él fácilmente sin asesinarlo.

Parece mentira que yo esté tan fresco después de haberme creído con derecho a matar a un hombre, después de haberme ilusionado con la idea de cometer el crimen, concluyendo por renunciar a ello. Mi conciencia está hoy tan tranquila no habiendo matado, como firme y decidida estuvo cuando pensé matar... Entonces no veía a Dios en ; ahora que le veo.

Me parecía que iba a cometer un parricidio. A mis primeras palabras, su cara risueña y cordial se contrajo y tomó una expresión que nunca olvidaré, en la que se leían la sorpresa, la pena y muchos reproches. Me escuchó en silencio, dejándome enredarme en mis frases y sin ayudarme con una palabra en mi penoso discurso.

Ir de paseo al cementerio el día de finados por ver y hacerse ver, por aquello de ¿adónde vas Vicente?, a donde va toda la gente como se va a la plaza de toros, por novelería y por matar tiempo, es cometer el más repugnante y estúpido de los sacrilegios. Dejo en paz a los difuntos y vuelvo a las lloronas.

Vino D. Alonso á los ecos del tumulto, y viendo que los refugiados no querian abrir las puertas de la iglesia, solicitó que la turba popular las quebrantase. Rehusaron los tumultuados cometer semejante sacrilegio, pero D. Alonso mandó llamar á setenta de sus esclavos que las hicieron pedazos, sacando á Merlo, á quien envió el magnate á su castillo de Aguilar.

Era de esas personas que han llegado a tener cosas, y una vez en posesión de esta ejecutoria, pueden ya cometer a mansalva toda clase de desmanes sin otro temor que el de ver a las gentes encogerse de hombros murmurando: ¡Cosas de Fulano!

Palabra del Dia

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