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Diantre! si se hace esperar! Si así se portara el Recaudador!... Que nos sirvan refrescos miéntras viene! gritaba otro mas atolondrado. Y si no viene? Será mas largo el refresco. ; comeremos mas! El emperador pagará todo! Viva el emperador! Mas adelante, al ver que llegaba nuestro tren, un paisano poco erudito en geografía y otras cosas, gritó con todos sus pulmones: Bravo! viva el emperador!

Me ha invitado Pepe y nos llevará en su carruaje.... Si estás falto de apetito, tienes tiempo para hacer coraje. Lo menos hasta las dos no comeremos. El doctor subió por una escalerilla de madera con cubierta de cristales, que á través de un patio interior ponía en comunicación el entresuelo con el despacho del jefe.

¡Qué hermosura de comedor!... Ahora vengan por aquí... miren... un cuarto de baño... ¡Espléndido! Mi cuarto..... y éstos que siguen... ¿ven?... para huéspedes... otro cuarto de baño... y todo con ventanas al corredor. ¡Es una gran casa! De cuartos grandes no más, ché; pero es cómoda. Ahora, nos bañaremos, si les parece, y comeremos en seguida.... Mañana recorremos lo demás. ¡, ché, a bañarnos!

Espera un momento, le contestó su esposa casi al oído; con tanta visita yo he faltado algunos momentos de allá dentro y... Bien, pero mira que son las cuatro... Al instante comeremos. Las cinco eran cuando nos sentábamos á la mesa. Señores, dijo el Anfitrión al vernos titubear en nuestras respectivas colocaciones, exijo la mayor franqueza: en mi casa no se usan cumplimientos. Ah!

La pobre señora era una mártir de los insufribles métodos de su marido, y no podía retrasar su vuelta a la casa, porque si la comida no estaba puesta en la mesa a la hora precisa, D. Francisco bufaba y decía cosas muy desagradables, como por ejemplo: «Hijita, me tienes muerto de debilidad. Otra vez avisa, y comeremos solos».

No conozco a nadie en el mundo ni más que cuidar la huerta del convento. ¿Adónde he de ir? ¿Qué he de hacer? ¡Yo no puedo vivir sino aquí!» «Pues quédese usted con nosotros», le dije yo entonces. «Bien dicho, madre repuso mi hijo . Siete somos los que nos sentamos a la mesa; nos sentaremos ocho; comeremos más, y comeremos menos, como suele decirse

, y comeremos cañamones... Padrino, padrino, déjeme usted en paz; no se meta usted en mis cosas... Yo vengo pensando hace tiempo lo que debo hacer; he tomado un partido, y ya no me vuelvo atrás». El anciano había vuelto al sofá, donde estaba reclinado, sin fuerzas para seguir adelante en la lucha.

Pero no: somos demasiado pobres para eso; estamos más hambrientos aún que los perros. No, Astolfo; dales, más bien, a mis barones de comer, pues están no menos hambrientos que yo, y guarda los restos en la cueva. Nos los comeremos después, procurando que duren todo lo posible. , Astolfo, todo lo posible. En nuestra situación hay que ser muy económicos. ASTOLFO. ¡A vuestras órdenes, conde!

Llevaremos una existencia plácida y cómoda, como en aquellas abadías que durante la Edad Media fueron frescos oasis de tranquilidad y de estudio en medio de violencias y matanzas. Comeremos bien; el coronel me responde de ello. La biblioteca del yate está aquí: al vender el buque ordené á don Marcos que la instalase en el último piso. El amigo Novoa va á encontrar libros que tal vez no conoce.

19 y la tierra dará su fruto, y comeréis hasta saciaros, y habitaréis en ella seguros. 20 Y si dijereis: ¿Qué comeremos el séptimo año? He aquí no hemos de sembrar, ni hemos de coger nuestros frutos, 22 Y sembraréis el año octavo, y comeréis del fruto añejo; hasta el año noveno, hasta que venga su fruto comeréis del añejo.