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Actualizado: 8 de junio de 2025
Algunas semanas después, satisfaciendo la formal exigencia de mi padre, que me dijo no hacía sino obedecer los últimos deseos de la que llorábamos, dejé la Francia y comencé a través del mundo esa vida nómada, que he llevado casi hasta este día.
Yo, que me vi corrido y afrentado, y que ya me iban dando en la flor de lo rico, comencé a trazar de salirme de casa; y para no pagar comida, cama ni posada, que montaba algunos reales, y sacar mi hato libre, traté con un licenciado Brandalagas, natural de Hornillos, y con otros dos amigos suyos, que me viniesen una noche a prender.
De esto comencé a hablarle, cuando el demonio puso en sus labios una frase que me pareció el primer eslabón de la cadena a cuyo extremo había de salir engarzada la infernal idea; aquella que tanto me atormentaba en mi cerebro por el solo temor de que cupiera en el de mi enemigo. »Y salió, ¡Virgen María! ¡Qué momento aquel!
Ya les indemnizaremos construyéndoles un magnífico camino. ¿Les indemnizarán ustedes también de la pérdida de tiempo y de la mala calidad de los pastos?... Los bosques de Carboneras están llenos de pantanos y si usted conociese el país, señor inspector general... Lo conozco perfectamente repuso Delaberge, pues en Val-Clavin comencé mi carrera forestal.
Yo le dije que si se las había visto él, y díjome que no había hecho tal por las órdenes que tenía, pero que iban en profecía los conceptos. Yo confieso la verdad, que aunque me holgaba de oírle, tuve miedo a tantos versos malos, y así, comencé a echar la plática a otras cosas. Decíale que veía liebres, y él saltaba: -Pues empezaré por uno donde la comparo a ese animal.
Absorta por mis quebrantos, permanecí quince días sin darle señales de vida; después, cediendo a sus instancias, comencé a expedirle misivas por el estilo de ésta: «Señor Cura: Acabo de descubrir que los hombres son estúpidos. ¿No os parece así? Y echando al diablo las conveniencias sociales, os abrazo».
Le aseguro que no dejaba de hallarme conmovido, cuando comencé esta mañana, ante un imponente auditorio, la lectura de esta acta irrevocable. Por mi parte interrumpió la señorita de Porhoet no tenía una sola gota de sangre en las venas. La primera parte del contrato, era tan conveniente para el enemigo, que lo creí todo perdido.
Voy a preguntarle al dueño de esta casa quién tiene más autoridad aquí, si su anciana y buena madre, o esta aventurera polaca. Y se retiró sin cesar de gritar. Temblando de cólera, comencé a pasearme por el cuarto. Nunca me habría imaginado que esa madre abrumada por el dolor pudiera cambiarse tan brusca y completamente en una arpía.
Después de un breve silencio comencé diciendo, sin dirigirme a él como él había hecho conmigo , que sentía en el alma haber incurrido en el desagrado de una pareja tan discreta, tan ilustrada... golpe de bombo aquí . Que, en efecto, había entrado en la casa por medio de un subterfugio, impulsado a ello por la esperanza de hacerme simpático a la mamá de Gloria...
Fingimos indiferencia, fingimos que andamos enamorándonos de otro... Y yo le explicaré, para que todo se aclare. No, no me interrumpa, aguarde un poco, por favor. Los otros días, cuando lloré, usted hubiera debido adivinar que comencé llorando como fingimiento, para concluir llorando por la idea de que no podía dejar de hacerle sufrir... Me dominaba el espíritu de la perversidad.
Palabra del Dia
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