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Dio tres o cuatro brinquitos en son de acercarse a Marta y dijo pi... pii. ¿Quieres que suba a ver si le cojo? preguntó Ricardo. No; aguarda un poco..., parece que viene él... Menino, Menino..., ven acá, mono..., ven acá..., toma... El Menino dio otros tres o cuatro brincos, acercándose, y se paró, ladeando otra vez la cabeza para escuchar.

En una de estas cayó boca abajo, y allí se quedó cual si fuera la víctima, mordiendo la tierra, mientras la señora de sus pensamientos le decía: «Almudena, Almudenilla, si te cojo, verás... ¡tontaina, borricote!...».

8 Por tanto, si tu mano o tu pie te fuere ocasión de caer, córtalos y echalos de ti; mejor te es entrar cojo o manco a la vida, que teniendo dos manos o dos pies ser echado al fuego eterno. 9 Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; que mejor te es entrar con un ojo a la vida, que teniendo dos ojos ser echado al quemadero del fuego.

De todo ello han tenido la culpa dos animales. ¡Dos animales! por cierto: un caballo viejo y cojo, á quien juro Dios se ha de cuidar como á un rey hasta que se muera de viejo, y el cocinero de su majestad. No os comprendo.

Evidentemente respondió el cura, cogiendo su caja de rapé y tomando un buen polvo. Así sucedía y así sucede todavía con las jóvenes acostumbradas a la obediencia pasiva... Señor cura, le cojo a usted en flagrante delito de contradicción.

El monaguillo repugnaba y tomaba el largo, el cojo insistía y le daba caza a pesar de su manquedad de piernas, y el can, como práctico ya en tal guerra, brincaba y saltaba a las espaldas del muchacho, conociendo bien que no hay como amenazar la retirada para perturbar al enemigo.

Los burlones que habían gritado «¡tongomodificaban su opinión al verse lejos del lugar del combate. Una bala podía haber tumbado a cualquiera de los dos adversarios con la misma facilidad que casi había dejado cojo a Maltrana. Y ahora que sentían en el estómago una grata pesadumbre, les pareció el asunto muy digno de respeto.

Y toda la familia de la casa de Siba eran siervos de Mefi-boset. 13 Y moraba Mefi-boset en Jerusalén, porque comía perpetuamente a la mesa del rey; y era cojo de ambos pies. 1 Después de esto aconteció, que murió el rey de los hijos de Amón; y reinó en lugar suyo Hanún su hijo. 2 Y dijo David: Yo haré misericordia con Hanún hijo de Nahas, como su padre la hizo conmigo.

Sin embargo, creo que puedo responder de la completa curación. ¿Quedaré cojo? preguntó el duque. Me parece que puedo asegurar que no. Hacedlo así continuó el duque , y diré que sois el primer cirujano del mundo. Stein, sin alterarse, mandó llamar a Manuel, cuya fuerza y docilidad le eran conocidas, y de quien podía disponer con toda seguridad.

Algún indino te ha convidado... Si le cojo... Mira, José, debes acostarte...». Por Dios, papá dijo Rosita, que había entrado detrás de su padre , no nos asustes... Quítate de la cabeza esas andróminas. Apartola él lejos de con enérgico ademán, y siguió dando aquellos pasos tragicómicos sin orden ni concierto.