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Actualizado: 6 de junio de 2025
7 y pondré a la coja para sucesión, y a la descarriada para nación robusta; y el SE
Le echaré muchas firmas debajo, y verá si vale. Aunque Estupiñá no creía válida aquella manera de testar, hizo lo que se le mandaba. Ahora, amigo dijo ella, perdiendo gradualmente el uso de la palabra , coja usted a mi hijo y lléveselo... ¡ay!, déjemelo besar otra vez... Aguarde a que me muera... No; lléveselo antes de que venga mi tía, o mi marido, o doña Lupe... gente mala.
El enamorado Jacinto llega á tu presencia y con voz apagada te pide el escapulario. Entonces, empujando á Maripepa que iba á tu lado, le dices: «Dale el tuyo, querida, que el mío ya lleva sobrados besos». Jacinto se ve obligado á besar el escapulario de la horrible coja, mientras tú ríes malignamente. La romería del Carmen.
Dijóle un vecino: "En vuestra casa yo me acuerdo que solía andar una culebra, y ésta debe ser, sin duda. Y lleva razón, que, como es larga, tiene lugar de tomar el cebo y, aunque la coja la trampilla encima, como no entra toda dentro, tórnase a salir." Cuadró a todos lo que aquél dijo, y alteró mucho a mi amo, y dende en adelante no dormía tan a sueño suelto.
A pesar de estas fierezas, la coja la llevaba por delante con la misma calma con que se conduce a un perro que ladra mucho, pero que se sabe no ha de morder. A mitad de la escalera se volvió la harpía, y mirando con inflamados ojos a las monjas que en el corredor quedaban, les decía en un grito estridente: «¡Ladronas, más que ladronas!... ¡Grandísimas púas!...».
¡Mal rayo me parta treinta veces y media, y permita Dios que al primer noroeste que me coja en la mar me coman las merluzas!... ¡Si pa esto nace uno, valiérame más no haber nacío!.... Y comiéndose los labios de coraje, métese el Tuerto en su buhardilla y cierra la puerta del balcón.
Al anochecer, bajó con la cena para la presa, y abriendo la puerta penetró en el lóbrego aposento. Por el pronto no vio a Mauricia, que estaba acurrucada sobre unas tablas, las rodillas junto al pecho, las manos cruzadas sobre las rodillas, y en las manos apoyada la barba. «No veo. ¿Dónde estás?» murmuró la coja sentándose sobre otro rimero de tablas.
No, no, no se pega dijo Isidora, atándole en su sitio la falda . No le gusta más que pegar. En las piernas no tiene fuerzas; pero en los brazos... Riquín, hijo mío, dile: «Yo voy a ser un hombre de puños...». ¡Leña a ella!... Como te coja... Cuidado como riñen a mi cabezudito.
Al atravesar el puente y entrar en el Campo de la Bolera, tropezó D. Félix con Maripepa que iba con un jarro de barro negro á la fuente. Estaba tan alegre que la detuvo y se puso á charlar con ella. Pero la coja no se hallaba de tan buen humor.
Declare V. lo que es para que no nos coja de susto. Ea, Sr. D. Acisclo, declárelo V. añadió Pepe Güeto . Mi mujer pretende que V. tiene comezón de ser santo como su sobrino, y que el día menos pensado traspone V. y nos planta y se larga a Sierra Morena a hacer penitencia, metido entre matorrales o en el hueco de algún peñasco.
Palabra del Dia
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