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Actualizado: 6 de julio de 2025
Pero esto has de resolverlo tú misma, y a tu resolución absoluta y soberana queda. Conste así, con el testimonio, algo sospechoso, de cierta zaina rondeña que nos escucha, reventando por declarar que no vale toda su tierra de lobos contrabandistas, un puñado de lo que se coja en la parte más triste de cuanto se ve desde Peleches.
Por fortuna, al medio día se nubló el cielo y comenzó a llover. Su primera impresión fue de alegría; pero luego se dijo: «¿A que no va porque no coja humedad el chiquillo?» Hasta la hora del espectáculo permaneció encerrado en casa y, según su costumbre, quiso distraerse leyendo; pero todo fue inútil. Tal estaba su ánimo, que no le hizo gracia Don Quijote.
Después de revolver mucho, fue encontrado el documento. «Eso dijo Fortunata , se lo da usted a mi amiga doña Guillermina». Pero no vale sin transferencia replicó el hablador examinando el papel. ¿Sin qué? Sin transferencia en toda regla. Pamplinas. Es mío, y yo lo puedo dar a quien quiera. Coja usted la pluma, y ponga que es mi voluntad que esas acciones sean para doña Guillermina Pacheco.
Así se te pudra todo el dinero que guardas, y se te convierta en pus dentro del cuerpo para que revientes, zurrón de avaricia. Coja usted el libro y el lápiz, y lléveselo con mucho cuidado... no se le pierda por el camino. Bueno: ¿se ha hecho usted cargo? ¿Me responde de que apuntarán todo? Sí, señor... no se escapará ni un verbo. Bueno.
¿Cómo no le has traído a la señorita la borrica? preguntó don Pedro, deteniéndose antes de montar, con un pie en el estribo y una mano asida a las crines de la yegua, y mirando al cazador con desconfianza. Primitivo articuló no sé qué de una pata coja, de un tumor frío.... ¿Y no hay más borricos en el país?, ¿eh? A mí no me vengas con eso. Te sobraba tiempo para buscar diez pollinas.
Calla, mujer.... ¿Pues qué creías que la escritura no es lo primero?... Deja tú que yo coja una pluma en la mano y verás qué rasgueos de letras y qué perfiles finos para arriba y para abajo, como la firma de D. Francisco Penáguilas.... ¡Escribir!, a mí con esas... a los cuatro días verás qué cartas pongo.... Ya las oirás leer y verás qué concéitos los míos y qué modo aquel de echar retólicas que os dejen bobos a todos. ¡Córcholis!
No desoía jamás esta clase de ruegos Gracián, que además de eclesiástico bondadoso era médico hábil, y precedido de la coja, llevando tras sí al cleriguito joven que le acompañaba, acometidos cien escalones que conducían a la morada del infeliz matrimonio.
Palabra del Dia
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