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Actualizado: 1 de mayo de 2025
El Cojuelo le dijo: Aquél es un loco arbitrista que ha dado en decir que ha de hacer la reducción de los cuartos, y ha escrito sobre ello más hojas de papel que tuvo el pleito de don Alvaro de Luna. Bien haya quien le trujo a esta casa dijo don Cleofás ; que son los locos más perjudiciales de la república.
Despertaron á los dormidos pasajeros con el sobresalto y asombro que suele causar cualquier alboroto á los que están durmiendo, y más oyendo nombrar fuego, voz que con más terror atemoriza los ánimos más constantes, rodando unos las escaleras para bajar más apriesa, otros saltando por las ventanas que caían al patio de la posada, otros que por pulgas ó temor de las chinches dormían en cueros como vinagre, hechos Adanes del baratillo, poniendo manos donde habían de estar las hojas de higuera, siguiendo á los demás y acompañándolos Don Cleofás con los calzones revueltos al brazo y una alfagía, que por no encontrar la espada topó acaso en su aposento, como si en los incendios y fantasmas importase andar á palos ni cuchilladas: natural socorro del miedo en las repentinas invasiones.
La Envidia la sigue y la persigue, con un vestido pajizo, bordado de basiliscos y corazones. Siempre esa dama dijo don Cleofás come grosura : que es halcón de las alcándaras de palacio. Esotra que viene prosiguió el Cojuelo , que parece que va preñada, es la Ambición, que está hidrópica de deseos y de imaginaciones.
El Italiano preguntó a don Cleofás que de adonde venía, y él le respondió que de Madrid. Repitió el Italiano: ¿Qué nuevas hay de la guerra, señor Español? Don Cleofás le dijo: Agora todo es guerra. Y ¿contra quién dicen? replicó el Francés. Contra todo el mundo le respondió don Cleofás , para ponerlo todo él a los pies del Rey de España.
Esta es la casa de los locos respondió el Cojuelo que ha poco que se instituyó en la Corte, entre unas obras pías que dejó un hombre muy rico y muy cuerdo, donde se castigan y curan locuras que hasta agora no lo habían parecido. Entremos dentro dijo don Cleofás por aquel postiguillo que está abierto, y veamos esta novedad de locos.
Yo, señor don Cleofás Leandro Pérez Zambullo, que ya le sé el suyo, o los suyos dijo el Cojuelo , porque hemos sido vecinos por esa dama que galanteaba y por quien le ha corrido la justicia esta noche, y de quien después le contaré maravillas, me llamo desta manera porque fuí el primero de los que se levantaron en el rebelión celestial, y de los que cayeron y todo ; y como los demás dieron sobre mí, me estropearon, y ansí, quedé más que todos señalado de la mano de Dios y de los pies de todos los diablos, y con este sobrenombre; mas no por eso menos ágil para todas las facciones que se ofrecen en los países bajos, en cuyas impresas nunca me he quedado atrás, antes me he adelantado a todos; que, camino del infierno, tanto anda el cojo como el viento ; aunque nunca he estado más sin reputación que ahora en poder deste vinagre, a quien por trato me entregaron mis propios compañeros, porque los traía al retortero a todos , como dice el refrán de Castilla, y cada momento a los más agudos les daba gato por demonio.
Y, diciendo y haciendo, se metió por esos aires como por una viña vendimiada, meando la pajuela a todo pajarote y ciudadano de la región etérea, a fuer de los de la jerigonza crítica , y don Cleofás se entró a tomar posada, que, aunque estaba llena de muchos pasajeros que habían venido con los galeones y pasaban a la Corte, con todo, al güésped nuevo hicieron cortesía, porque la persona de don Cleofás traía consigo cartas de recomendación , como dicen los cortesanos antiguos.
Esos dijo don Cleofás se han de ir al infierno en coche y en alma.
Y al mismo tiempo que ellos iban llegando a la puerta de Carmona, atisbó el Cojuelo entrar por ella a caballo, con vara alta y los dos corchetes que sacó del infierno, a Cienllamas; y volviéndose a don Cleofás, le dijo: Aquel que entra por la puerta de Carmona es comisario de mis amos, que viene contra mí a Sevilla: menester es guardarnos.
El Cojuelo le respondió: Don Cleofás, nuestra caída fué tan apriesa, que no nos dejó reparar en nada; y a fee que si Lucifer no se hubiera traído tras de sí la tercera parte de las estrellas , como repiten tantas veces en los autos del Corpus, aun hubiera más en que haceros más garatusas la Astrología.
Palabra del Dia
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