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Actualizado: 1 de mayo de 2025
En este tiempo llegaban a Gradas su camarada y don Cleofás , tratando de mudarse de aquella posada, porque ya tenía rastro dellos Cienllamas, cuando vieron entrar por la posta, tras un postillón, dos caballeros soldados vestidos a la moda, y díjole el Cojuelo a don Cleofás.
¿Qué coluna tan grande es ésta? le preguntó don Cleofás. El celebrado rollo del mundo le respondió el Cojuelo. Luego ¿esta ciudad es
Pues a fe replió el Francés que primero que el Rey de España.... Y antes que acabase la razón el Gabacho, dijo don Cleofás: El Rey de España....
Ya comenzaban en el puchero humano de la Corte a hervir hombres y mujeres, unos hacia arriba, y otros hacia abajo, y otros de través, haciendo un cruzado al son de su misma confusión , y el piélago racional de Madrid a sembrarse de ballenas con ruedas, que por otro nombre llaman coches, trabándose la batalla del día, cada uno con disinio y negocio diferente, y pretendiéndose engañar los unos a los otros, levantándose una polvareda de embustes y mentiras, que no se descubría una brizna de verdad por un ojo de la cara , y don Cleofás iba siguiendo a su camarada, que le había metido por una calle algo angosta, llena de espejos por una parte y por otra, donde estaban muchas damas y lindos mirándose y poniéndose de diferentes posturas de bocas, guedejas, semblantes, ojos, bigotes, brazos y manos, haciéndose cocos a ellos mismos. Preguntóle don Cleofás qué calle era aquélla, que le parecía que no la había visto en Madrid, y respondióle el Cojuelo:
[Nota 63: A diferencia del señor Bonilla, paréceme que con la frase hidalgo a cuatro vientos no quiso decir nuestro autor que don Cleofás, yendo por el tejado, «se hallaba expuesto a todos los aires», sino que era un hacia hidalgo, sin casa solariega, y, por tanto, a la intemperie o a los cuatro vientos.
A la mano derecha deste seminario andante estaba un grande edificio, a manera de templo sin altar, y en medio dél, una pila grande de piedra, llena de libros de caballerías y novelas , y alrededor, muchos muchachos de diez a diez y siete años y algunas doncelluelas de la misma edad, y cada uno y cada una con su padrino al lado, y don Cleofás le preguntó a su compañero que le dijese qué era esto, que todo le parecía que lo iba soñando.
Mejor fuera dijo don Cleofás que le hubieran llevado sin desatar en el capullo de su dinero, porque no le sucediera ese desaire, pues que cada estranjero es un talego bautizado ; que no sirven de otra cosa en nuestra república y en la suya, por nuestra mala maña.
Palotearon los académicos, y don Cleofás se espeluzó tanto y cuanto, y el Fiscal, que era el Cojuelo, le dijo: No te sobresaltes , don Cleofás, y déjate prender, no nos perdamos en esta ocasión; que yo te sacaré a paz y a salvo de todo .
Dios les inspire dijo don Cleofás lo que más convenga a su regimiento, como la cristiandad de los regidores ha menester. En acabando de tomar el señor regidor dijo el Cojuelo el agua del don, espera allí un italiano hacer lo mismo con un elefante que ha traído a enseñar a la puerta del Sol. Los más suelen llamarse dijo el Estudiante don Pedros, don Juanes y don Alonsos.
Pero tú has llegado a tiempo que me puedes rescatar, porque este a cuyos conjuros estoy asistiendo me tiene ocioso, sin emplearme en nada, siendo yo el espíritu más travieso del infierno. Don Cleofás, espumando valor, prerrogativa de estudiante de Alcalá, le dijo: ¿Eres demonio plebeyo, u de los de nombre? Y de gran nombre le repitió el vidro endemoniado , y el más celebrado en entrambos mundos.
Palabra del Dia
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