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Actualizado: 4 de mayo de 2025


Entonces, voy a servirle una taza de en reemplazo del vaso de agua clásico de los oradores dijo Diana levantándose. Acepto, señorita, y continúo: observen ustedes cómo el vestido entristece o alegra una época: ¡la gente debía divertirse poco en la corte de Felipe II, bajo la austeridad del terciopelo negro!

Venía por la mañana de su quinta en su clásico cupé tirado por dos caballos gateados, mansos y tranquilos, que volvían a conducirlo por la tarde o por la noche, si las exigencias del trabajo reclamaban su presencia en el escritorio después de comer.

Después se fueron al cuarto de don Mariano, que era un magnífico gabinete con dos balcones a la plaza, decorado con gusto severo y clásico; grandes sillones de cuero, ricos tapices, escritorio de ébano y armarios para los libros de la misma madera. En las paredes colgaban algunos retratos de familia pintados al óleo.

Nuestros autores dramáticos, que desde tiempo inmemorial la recompensaban en el último acto, decididamente le han suprimido las migajas del desenlace clásico y remunerador. Nuestros poetas lanzan contra ella imprecaciones que no tienen de original sino la grosería. En cuanto a nuestras novelas, sabéis hasta dónde brilla por su ausencia la virtud, cuando en ellas no es maltratada.

Sabido es que la personalidad artística de Lope de Vega presenta doble aspecto: el de poeta popular y nacional y el de poeta erudito y universal. Lope aspiró, sobre todo en los dos primeros tercios de su vida, y la riqueza de sus dotes le daba pleno derecho a ello, a ser un poeta universal y clásico, cuya gloria igualara, si no oscureciera, a la de los grandes poetas del Renacimiento italiano.

En una palabra, si me atengo á lo que he oído, puedo asegurar que España es el país clásico del amor...................................

Pero si yo, con mi tendencia a la gravedad, lo hubiera entristecido, lea mi amiga la «Crotalogía» del licenciado Francisco Agustín Florencio, que es un libro clásico muy divertido.

Ni huellas del traje clásico de los días de fiesta de los castizos mareantes: la ceñida chaqueta y los pantalones y la boina de paño azul obscuro, ésta con profusa borla de cordoncillo de seda negra; corbata, negra también, y también de seda, anudada sobre el pecho y medio cubierta por el ancho cuello doblado de una camisa sin planchar; zapato casi bajo, y media de color.

Recordando todas las libres manifestaciones, todas las ideas sobre el Estado y el clero, que expresaron los poetas dramáticos, se probará plenamente que en el país clásico del despotismo se disfrutó, acerca de ciertos puntos, mayor libertad que la que se goza hoy mismo en casi toda Europa.

Y con esto queda demostrado que el «no» es mucho más difícil que el «» de las niñas... Son muchas las personas aficionadas a intervenir en el arreglo y combinación de las bodas. En lenguaje clásico se les llama casamenteras y han servido muchas veces de tópico a la musa irónica de los escritores festivos.

Palabra del Dia

creolina

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