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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Con voz amenazadora hizo memoria de un pasaje clásico bien conocido del profesor. Su homónimo el viejo Ulises, al volver á su palacio, había encontrado á Penélope rodeada de pretendientes, y acababa con ellos colgándoles de una escarpia por la parte más viril y dolorosa.
Superior á esta tragedia es la comedia Lo que puede un empleo, de la misma época. Sin duda la forma tiránica de su desarrollo ha perjudicado algo á su animación poética, pero el plan es bueno, vivo el diálogo y lleno de vis cómica. Edipo y Moraima son tragedias de este mismo autor, de carácter también clásico, y que demuestran el dominio que tenía en la parte técnica de su trabajo.
Algunos de estos venerandos cuadros estaban agujereados en la cara; otros habían perdido el color, y todos estaban sucios, corroídos y cubiertos con ese polvo clásico que tanto aman los anticuarios. En las habitaciones donde dormían, comían y trabajaban las tres damas, apenas era posible andar á causa de los muebles seculares con que estaban ocupadas.
Si parecía un sermón de Viernes Santo.... El diablo me lleve si no les acaricio las muelas á esos catacaldos dijo Tres Pesetas, dispuesto á hacer lo que decía. Javier, el Doctrino, el poeta clásico, vieron una tempestad sobre sus cabezas; pero el poeta clásico, que era el mismo enemigo, no se acobardó y tuvo el antojo de llamar rapista al grandioso Calleja.
Con mucha honra suya descuella entre sus contemporáneos D. Ramón de la Cruz. Murió á fines del siglo XVIII. Su educación literaria se contaminó también con las doctrinas francesas, y algunas tragedias y comedias que escribió se ajustaban en todo al sistema clásico.
¡Feliz yo si hubiera tantas perdices como las de mi plazuela de Herradores, tantos pucheros como mi olla de Madrid, tantas botellas como las de mi clásico manchego! Voy á terminar este dia con una pregunta: ¿se vive aquí mejor que en otras partes?
Por allí anduvimos á la ventura durante tres cuartos de hora, atravesando calles y callejuelas, como para ver si notábamos esa especie de gusto clásico que debe reinar en unos lugares donde manda la ciencia. Efectivamente, hay aquí algo de la vida revuelta del estudiante, y del silencio austero del aula.
Tantos quehaceres no bastaban á satisfacer ni la actividad ni la ambición de la joven actriz, quien la noche del 12 de Abril de 1790, abría, con el nombre de «Teatro Montansier», las puertas del clásico coliseo del Palais-Royal. La inauguración fué un éxito completo.
Traía de la mano una muchachona color de tierra, un castillo de carne: el tipo clásico de la vaca humana.
El humo de estos quinqués, el humo de los cigarros, el humo del café habían causado considerable deterioro en el dorado de los espejos, en el amarillo de los capiteles, en los jaspes y en el friso clásico. Solo por tradición se sabía la figura y color de las pinturas del techo, debidas al pincel del peor de los discípulos de Maella.
Palabra del Dia
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