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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Una tarde, después de comer a la francesa, gran novedad en el pueblo, donde el clásico puchero se servía en casi todas las casas de doce a dos, Emma, que bebía a los postres una copa de Jerez superior auténtico, traído directamente, por encargo de la señora, de las bodegas jerezanas, se quedó mirando a su marido fijamente, con ojos que preguntaban y se reían, burlándose al mismo tiempo; mientras sus labios y el paladar saboreaban un buche del vino andaluz que ella zarandeaba con la lengua voluptuosamente.
Todas ellas, al buscar en el domingo, día clásico de huelga y despilfarro en los laboriosos pueblos de provincias; al buscar, repito, en el domingo el desquite de las flojedades de entrada de toda la semana, se han hallado con el baile campestre que les arrebataba, en masa, la concurrencia más cara, más abundante y más lujosa, es decir, el alma del negocio.
Los jóvenes bogotanos comparan un mosaico a un concierto clásico a puerta cerrada... y son capaces de montar a caballo y largarse a la hacienda al menor anuncio de un festival semejante. Pero ya he dicho que los jóvenes allí son unos escépticos empedernidos, que no creen en nada, ni aun en las dulzuras de la rima con te.
De un lado tenia un pueblo libre, una tierra de independencia y de individualidad, país clásico de los viajes cosmopolitas, de las empresas universales, de la publicidad, del comercio, de la maquinaria y la marina.
D. Baldomero, que deseaba echar aquella noche una partida de mus, el juego clásico y tradicional de los comerciantes de Madrid, esperó a que entrase Pepe Samaniego, que era maestro consumado, para armar la partida. Durante un largo rato no se oía en el salón más que envido a la chica... envido a los pares... órdago.
Al mundo literario que te aclama le enalteces ¡oh clásico ironista! y a España le has legado con tu fama tu corona de insigne novelista. Mientras se nutra el pecho de ilusiones, de esperanzas y fé que el alma anhela, y elaboren amor los corazones, triunfará el ideal de tu novela.
Después de algunos años de mantenerse firme en no escribir, de frecuentar los salones aristocráticos y de despellejar sin piedad a cualquier escritor que muestre talento y fantasía poco comunes, el mosquito clásico como recompensa de su brillante campaña, es conducido en triunfo a la Academia de la Lengua. Que a todos mis lectores deseo. Amén.
Artieda, como veremos en breve, era opuesto á Lope y á su escuela, por cuyo motivo es de sospechar que se inclinaba más bien al sistema clásico.
Es de las pocas obras de carácter religioso que se conocen de Velázquez, y aunque dentro de cierto gusto clásico, esta tratado el asunto del modo más natural posible.
Estremos grandes y desproporcionados, formas cuadradas y sin esbeltez, miembros cortos y abultados que hacen aparecer las figuras enanas, pliegues en cuya disposicion se advierten reminiscencias del clásico antiguo, y por lo tanto mucho mas correctos que los de la escultura de los siglos X, XI y XII, puramente convencionales y bárbaros: todas estas son facciones propias de una creacion goda, y confirman hasta cierto punto la tradicion de ser aquella imágen la misma que veneraron los santos mártires del monasterio cuteclarense.
Palabra del Dia
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