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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Más de la mitad de los guerreros portugueses que hasta allí habían acompañado a Morsamor, resolvieron quedarse en Macao; pero los otros más decididos, así como los antiguos tripulantes, formaban muy completa dotación para la nave a la que Morsamor quiso cambiar el nombre que antes tenía sin duda, aunque no sabemos cuál fuese, y la confirmó con el antiguo, clásico y mitológico nombre de Argo.
Escribiendo y publicando no se va a ninguna parte. Para que un literato alcance respetabilidad y obtenga la admiración de la gente, es condición ineludible que no escriba poco ni mucho. Entonces el mosquito clásico se dedica a despellejar a Echegaray, a Castelar, a Pérez Galdós, y en general a los escritores que son leídos y aplaudidos.
Febrero vio la aurora de aquel amor en un día clásico, el de la Candelaria, en que, según el dicho popular, celebran los pajaritos sus bodas sobre las ramas todavía desnudas de los árboles, para que con la llegada de la primavera coincida la fabricación del nido.
Tal vez no sabemos tanto o somos menos atrevidos que ese parlanchín de las barbas, pero somos más serios, más sencillos. Nuestro catolicismo es para América más... ¿cómo me explicaré?... más... Más clásico interrumpió Ojeda, para sacar al cura de su apuro.
Llegaba un día clásico. Era necesario un sermón. Seis meses antes empezaba una lucha sorda en el convento. Cada madre quería que su confesor fuese el encargado de la oración sagrada. Y como había muchas madres y muchos confesores, de aquí la lucha. Cada confesor influía sobre su monja.
Digamos que, a pesar de esto, era mozo de gentil disposición y rostro. Su padre, el señor José María el Perinolo, antiguo y clásico zapatero de la villa, era uno de aquellos viejos artesanos que a mediados del siglo gastaban chaqueta y sombrero de copa alta. Carlista fanático, miembro de todas las cofradías religiosas.
Había ido al Casino para asistir á un concierto clásico, osando arrostrar la curiosidad obsequiosa de los empleados y el miedo á tropezarse con algunas de sus antiguas amistades.
Varias generaciones de críticos y el desdén de las gentes han barrido lo insignificante y lo malo, como quien barre basura. Lo bueno, lo llamado clásico, queda solo en nuestra memoria, se nos presenta como ejemplo y como modelo, nos induce a la imitación y nos excita a la competencia.
Eso no; la guerra podrá durar lo que la otra, pero a Madrid no vienen. La cena es la que viene ahora dijo doña Manuela, entrando con una cazuela entre las manos. En un papel de cigarrillo pudo haberse hecho el menú de aquella pobre gente: el clásico besugo, ensalada de lombarda, leche de almendra y los postres traídos por Pepe; no había más.
Para tener una idea exacta de las innovaciones experimentadas en la escena española, á consecuencia de este nuevo impulso, conviene distinguir, desde su principio, los dos partidos que nacieron de la reacción contra el sistema clásico.
Palabra del Dia
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