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Actualizado: 4 de mayo de 2025


Pero siempre que le encontrábamos nos saludaba optimista y sonriente, con un gesto de clásico caballero español. Vaya usted a mi casa cuando guste. Vivo en un hotelito en el campo. ¡Hay allí una gran paz que invita a escribir! Y el mísero vivía en una choza solitaria, perdida en un barranco de las afueras de Madrid.

Estos medicamentos representan la mayor parte de las afecciones graves piréticas en su período clásico de reaccion. En esta ocasion, es cuando el medicamento hace sentir su accion mas allá de los aparatos de la sensibilidad y de la circulacion, llegando á veces hasta los de la nutricion y de la plasticidad.

Es de advertir que Perico, aun siendo de los que más ayudaban a engrasar y bruñir con la pomada de su pelo y el frote de sus lomos los bancos de gutapercha, no realizaba el tipo clásico del jugador que anda en estampas y aleluyas morales y edificantes. Cuando perdía, no le ocurrió jamás tirarse de los cabellos, blasfemar ni enseñar los puños a la bóveda celeste.

Sobresalía, en particular, en las comedias de Calderón y de Moreto, muriendo en 1707, á los veinticuatro años de edad. D. Leandro Fernández de Moratín. Cienfuegos. Reforma del teatro español y desaparición del sistema clásico. Gorostiza. Martínez de la Rosa. Bretón de los Herreros. Gil y Zárate. D. Ángel de Saavedra. Hartzenbusch. Larra. García Gutiérrez. Escosura. Zorrilla.

El nogal entreteje su anchuroso ramaje con el caoba y el ébano; el cedro deja crecer a su lado el clásico laurel, que a su vez resguarda sobre su follaje el mirto consagrado a Venus, dejando todavía espacio para que alcen sus varas el nardo balsámico y la azucena de los campos.

Cuando sucedía esto último ostensiblemente; cuando su razón refrenaba el empuje de su fantasía, eran sus resultados composiciones dramáticas excelentes, llenas de vida poética, con una exposición vigorosa, con una plenitud y una riqueza extraordinaria de inventiva al juntar sus diversas partes para formar un todo perfecto, y brotando de su mente pensamientos atrevidos y poéticos, en cuya expresión brillaba el estilo más clásico y más preciso.

La afición á las comedias españolas fué muy general en Italia hacia los últimos años del siglo XVI. «Al principio, dice Salfi, se representaron principalmente las comedias españolas en las provincias italianas en que España dominaba, así política como literariamente; pero poco á poco el cansancio, por una parte, de los italianos de sus espectáculos dramáticos, y por otra el incentivo de la novedad, extendieron su influencia, comenzando entonces la elevación del sistema romántico sobre las ruínas del clásico.

Goethe, que en un principio había sido romántico, como el romanticismo se entendía entonces en su nación, y como lo muestran sus dos obras capitales escritas antes de ir a Italia, el Werther y el Goetz de Berlichingen, volvió de allí completamente clásico, aunque clásico a su manera, y no con el clasicismo sensualista de los franceses.

Aun con palabras mal empleadas revelaba pensamientos sanos. Un clásico hubiese dicho de ella que era hermosa como Diana, amante como Alcestes, compasiva como Antígona, y, sobre todo, enamorada como Cloe.

Luzán, Blas Nasarre, Montiano y Luyando. 299 CAPÍTULO II. Reformas hechas en los teatros. Traducciones de dramas franceses. Tragedias de D. Nicolás Fernández de Moratín y de otros. Comella. D. Ramón de la Cruz. La Huerta. 325 CAPÍTULO III. D. Leandro Fernández de Moratín. Cienfuegos. Reforma del teatro español y desaparición del sistema clásico. Gorostiza. Martínez de la Rosa.

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