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En Filipinas no hubo necesidad de adoptar esa medida mientras duró su comercio con Nueva-España, porque entonces recibian aquellas islas anualmente un millon ó mas de pesos mejicanos y el situado de 250,000, y ademas de esto los negocios que se hacian durante esa época sobre frutos naturales é industriales del pais eran casi insignificantes; y si aun en el dia circula en Filipinas la moneda suficiente para entretener el tráfico esterior, esto procede de que las ventajas que este ha sacado del comercio con todas las naciones de Europa, cuya balanza está á su favor, son mayores que las pérdidas de dinero que hace en su comercio con la India y China, y ademas la admision de los pesos de todas las repúblicas de América, habilitados por medio del resello en Filipinas, han estacionado esta moneda en las Islas, cuya medida le es provechosa.

Circula por el vagón el nombre de una de las viajeras. Es una duquesa de la corte de Inglaterra, una amiga de la difunta reina Victoria, cincuenta años de historial británico encerrados en un cuerpo que debió ser hermoso y ahora aparece algo hinchado por la edad y plebeyamente enrojecido.

Añadid, en cuanto á las mujeres, unas cabelleras admirables que parecen mantos, y un pié pequeñuelo que se asienta todo pero sin lentitud perezosa, y tendreis un mediano bosquejo. De repente circula un rumor y se nota en todos los grupos cierta sensacion: es que la reina va á pasar en su carroza.

Una inmensa multitud circula por allí, sea matando el tiempo, sea buscando los negocios ó algo que si es negocio no está esento de ser pecaminoso. Las Francesas pululan, ligeras y provocadoras, arrastrando las anchas colas de sus trajes, y distinguiéndose perfectamente de las Catalanas y Españolas.

Nuestro planeta no sólo gira sobre mismo, sino que al mismo tiempo circula en torno del Sol a razón de cien mil kilómetros por hora. Cada segundo recorremos treinta mil metros. Jamás inventarán los hombres una bala de cañón tan rápida.

Si fuese posible que de un golpe, de una sola vez, como circula el fluido eléctrico, como corre la luz, apareciera á nuestros ojos el interior de las boardillas de este fastuoso Paris; si de un golpe se presentaran ante nosotros todas las cuitas de esta sociedad artificial; si cayeran sobre nosotros todas las lágrimas que una miseria honrada y venerable vierte aquí, ¡cuántas calles se inundarian de llanto! ¡Cuántas calles irian de acera á acera! ¡Ah!

Era una emoción igual á la que circula por los corredores medio desiertos de una Cámara de diputados mientras en el hemiciclo rebosante se defienden los ministros en peligro de muerte. Iba creciendo la noticia al ir de grupo en grupo, con esa satisfacción mezclada de inquietud que inspiran á los humildes los malos negocios de sus patrones.

Hoy, por el contrario, el desenfado, la movilidad, la animación del dinero, que se presenta sin temor en todas partes, menos en España, y que se agita y circula, es lo que hace creer a los hombres poco pensadores que vivimos en un siglo metalizado; que ahora no se piensa ni se habla sino de dinero. ¡Qué error tan craso!

Esta sangre, tibio y perezoso humor que hoy apenas presta escasa animación a mi caduco organismo, se enardece, se agita, circula, bulle, corre y palpita en mis venas con acelerada pulsación.

Ha llegado hasta el café con Lewis, que no puede separarse de él; ha dado su mano al príncipe como si lo hubiese visto el día antes, sin reparar en su uniforme ni en su mutilación. Permanece silencioso en su silla, pasándose una mano por la cabellera blanca y crespa, fijando sus ojos redondos, de fulgor nocturno, en la gente que circula en torno del «queso».