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Actualizado: 20 de mayo de 2025
Tenemos el proyecto, Marenval y yo, de hacer una expedición al Mediterráneo. Llegaremos hasta Smirna y volveremos por Túnez y Argel. Sí, dijo Harvey con indulgencia, es un bonito viaje para empezar. Se conoce que el señor de Tragomer quiere ahorrar molestias á Marenval ¿Se marea usted? No he navegado nunca, confesó Cipriano, pero no creo que sea más difícil que cualquiera otra cosa.
Satanás abandona el campo, y Cipriano se refugia al punto en una montaña para recibir el Bautismo de un ermitaño cristiano; después, ansiando sufrir el martirio, se presenta en Antioquía como confesor de las verdades cristianas, y es condenado á muerte. Justina ha sido ya encarcelada por igual motivo.
Véngase aquí, don Rufo, véngase aquí gritaba uno que estaba más adelante. ¿Eres tú, Cipriano? Y empujando y tropezando, llegaba el recién venido a colocarse. Alguno más práctico encendía una cerilla, pero al instante salían voces de la cazuela: ¡Eh! ¡eh! ¡Cuidado con las narices, don Juan! Cuando va por las noches a casa de la Peonza, el diablo que cerilla enciende.
La señorita de Freneuse dedicó al recién llegado una amable sonrisa, se levantó y ofreciendo la mano á Cipriano le condujo hasta su madre. Había prometido volver muy pronto, queridas primas, dijo el antiguo comerciante, y aquí estoy para traer á ustedes mejores esperanzas que la última vez. ¿Ha sabido usted algo favorable á nuestra causa? preguntó turbada la señora de Freneuse.
Cipriano ensaya entonces sus artes mágicas, recientemente aprendidas; preséntasele una figura con las facciones de Justina, pero el poder del Demonio sólo alcanza á enviarle su imagen aparente; corre detrás de la fantasma, le arranca el velo que la cubre, y encuentra el esqueleto de un muerto que le anuncia lo transitorio de todas las cosas terrestres.
Cipriano, rechazado por la cristiana, se refugia lleno de desesperación en un lugar desierto á la orilla del mar; los elementos se desencadenan, como lo están también los afectos en su corazón; ve un buque en el mar alborotado, que se hace pedazos contra un peñasco, y un hombre que se salva nadando hasta alcanzar la ribera. Es el mismo Demonio bajo otra forma.
¡Ese pobre Cristián! dijo Cipriano á la señora de Freneuse. Cuando usted sepa lo que ha hecho y lo que está dispuesto á hacer, será usted su abogado cerca de María. Es preciso no desanimar á un hombre tan útil. ¡Diablo! ¿Qué sería de nosotros sin él? Tragomer entró.
El mágico prodigioso . Esta es una de las obras más sublimes de Calderón, y una de las más magistrales, creadas hasta aquí por la poesía. Cipriano, dudando de la naturaleza de la Divinidad, y, no libre de las tinieblas del paganismo, en su ignorancia, lleno de sospechas y presentimientos, busca la verdadera fe.
Entonces, ¿quién era esa otra y quién el matador? Aquí el problema se presentaba sin solución. Si, en rigor, se veía el interés que Jacobo pudo tener en matar á Lea, no era posible comprender por qué había asesinado á otra mujer. El buen Cipriano no había nunca brillado por su inventiva y por muy lealmente que se rompía la cabeza buscando la clave del enigma, no podía encontrarla.
El ingenuo buen humor de Cipriano normalizó los crispados semblantes. El contraste entre la gravedad de los actos realizados y la placidez del que los llevaba á cabo daba á su declaración un picante sabor. Con indiferencia sublime, pisoteaba las leyes y desafiaba á los poderes públicos como un héroe ó como un bandido.
Palabra del Dia
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