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Actualizado: 30 de abril de 2025
Su único consuelo era pensar en el chasco que se llevaría el pícaro ladrón. Cristela sabía, pues, que si su padre la amenazaba pegarle con el cetro de oro macizo, es porque se hallaba dispuesto, no precisamente a pegarle, pero sí a tomar una resolución extrema. La resolución sería casarla con el primer príncipe que llamara a la puerta del palacio en una noche de lluvia, pidiendo alojamiento...
No se dice Jacometrenzo, ni Espiritui Santo, ni indilugencias. Además escamón y escamarse son palabras muy feas, y llamar tiologías a todo lo que no se entiende es una barbaridad. Repetir a cada instante pa chasco es costumbre ordinaria», etc... Lo mejorcito que aquella mujer tenía era su ingenuidad.
Usted es de los que creen que esto va á seguir, y que va á haber libertad, y Constitución, y todas esas majaderías. ¡Qué chasco se van á llevar! Le repito que esto se lo lleva Barrabás, y si no, acuérdese de mí. ¿Ya empiezan las facciones, eh? Pues es cierto que les darán que hacer, porque los liberales no se maman el dedo, amigo Carrascosa.
El ministerial, para concluir, es ser que dará chasco a cualquiera, ni más ni menos que su amo. Todas las esperanzas anteriores, sus antecedentes todos se estrellan al llegar al sillón; a cuyo propósito quiero contar un cuento a mis lectores.
Por tanto es un mueble cómodo: su color es el que indica la ausencia completa de aquello con que se piensa es decir, que es bueno: las manos se confundirían con los pies, si no fuera por los zapatos, y porque anda casualmente sobre los últimos; a imitación de la mayor parte de los hombres, tiene orejas que están a uno y otro lado de la cabeza como los floreros en una consola, de adorno, o como los balcones figurados, por donde no entra ni sale nada; también tiene dos ojos en la cara; él cree ver con ellos; ¡qué chasco se lleva!
Algo le decían también a la señora de Santa Cruz las facciones del chiquitín; pero escarmentada y previsora, se contenía por no incurrir en la ridiculez de un chasco semejante al de marras. Estaba, pues, la señora, indecisa, sin resolverse a entusiasmarse; y las razones que Guillermina le dio para convencerla no la sacaron de aquella actitud reservada y suspicaz.
Vean si acerté; vean si eran preocupaciones mías...». Lo que más ensoberbecía a doña Lupe era el chasco que se había llevado, pues aunque dijera otra cosa, ello es que había creído a Fortunata radicalmente reformada. No pudo contener su arranque, y volvió a la sala. «Pero se explica usted, ¿sí o no?...». Reparó entonces que hablaba con una sombra. Fortunata no estaba allí.
D. Casimiro se tragó su enojo, y recibió los pasaportes, hecho manso cordero. Como sucede á todas las personas débiles y soberbias á la par, la ira de D. Casimiro se fué aglomerando después y poco á poco en el corazón, cuando se detuvo á considerar el chasco que se le daba y el desaire grandísimo que se le hacía.
Empieza, pues, por secarte las lágrimas, como yo, mira; yo me las trago... yo me río... ¡ah! ¡ah! ¡qué buen chasco les vamos á dar! dijo el tío Manolillo, saliendo del hueco del balcón y dirigiéndose al cocinero mayor: ¡Chasco! ¡chasco! ¿qué más chasco que lo que á mí me sucede? exclamó Montiño llorando.
Pondré, no obstante, en este lugar, como única excepción e incluyéndola en el texto, la nota del señor deán, sobre la rápida transformación de D. Luis de místico en no místico. Es curiosa la nota, y derrama mucha luz sobre todo. Esta mudanza de mi sobrino dice , no me ha dado chasco. Yo la preveía desde que me escribió las primeras cartas. Luisito me alucinó al principio.
Palabra del Dia
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