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Actualizado: 2 de octubre de 2025
Llegó un día, sin embargo, en que todos pudieron cerciorarse y verlo claramente. Se hallaban reunidos, como de costumbre, en uno de los cuartos de la tienda. Se había bebido y charlado en demasía.
Mas he aquí que un día, al bajarse Timoteo para recoger un corcho que se había caído al suelo, vio don Pantaleón en su cuello una mancha encarnada que al punto le pareció de carácter herpético. Nada dijo por entonces. Procuró con maña cerciorarse. Pronto logró averiguar que Timoteo, en efecto, padecía de herpetismo.
Sin embargo, el exsecretario privado nos ayudaba, y en ese momento estaba empeñado en hacer toda clase de averiguaciones para cerciorarse dónde estaba su joven ama. La casa está completamente al revés, todo en ella está trastornado declaró un día la señora Percival, mientras me visitaba.
Doña Beatriz ha ideado esta intriga para probar la perspicacia del caballero extranjero, y para cerciorarse de que es espontáneo el amor que le profesa; con este objeto, sin revelar su plan, distribuye, entre sus hermanas, varias joyas y otras prendas para engañar mejor á su amante.
Usted quieto en la torre. Estos consejos eran para la noche. De día, el señor podía salir sin miedo. Allí estaba él para acompañarlo a todas partes. Se erguía con bélica vanidad, llevándose una mano a la faja para cerciorarse de que el cuchillo no había desaparecido, pero su decepción era inmediata al ver el gesto de burlona gratitud de Febrer.
Pablo se quedó atónito. Evidentemente en su alma pasaba algo extraordinario, porque se volvía de un lado y de otro para cerciorarse de que no estaba soñando. Pero un instante después, y oyendo que la madre de Carmen, con las manos juntas en actitud suplicante, decía: ¡Pablo, perdónala! dejó escapar de sus ojos dos gruesas lágrimas, e hizo un esfuerzo para hablar.
Carrascosa creyó reconocer en aquel joven al sobrino de su amigo, á quien había tratado en Ateca; y queriendo cerciorarse, porque sin duda le interesaba, bajó tras ellos. Los cuatro jóvenes se mezclaron al gentío: no se podía dar un paso. La procesión estaba organizada, y pronto iba á emprender la marcha para salir á la calle de Atocha.
El coche que les había llevado a la estación no servía por ser de un caballo. Mientras Mario fue a alquilar otro, el delegado telegrafiaba a los jefes de las estaciones intermedias para cerciorarse de que tanto el cojo como la mujer y el niño no se habían apeado en ninguna de ellas. Se mandó un recado a Carlota; trajeron ropa al delegado y se tomaron las disposiciones necesarias para el viaje.
¿De modo que está solo arriba desde las cuatro? Cabalito. Iban a dar las nueve: hacía más de cuatro horas y media que el pobre anciano estaba solo, como perro enfermo abandonado en un desván. Aquello era ya demasiado. Pepe, procurando no perder la calma, a pesar del enojo que le dominaba, sintió la necesidad de cerciorarse de que nada le había sucedido a don José.
Choto regresó corriendo como para cerciorarse de que era seguido, y después volvió a alejarse. Como a cien metros de Aldeacorba Golfín creyó sentir una voz humana, que dijo: ¿Qué quieres, Choto? Al punto sospechó que era la Nela quien hablaba.
Palabra del Dia
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