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Actualizado: 22 de julio de 2025
Quien ha bebido beberá; y usted ha bebido tanto que yo pensaba que se ahogaría. ¡Ah! si usted estuviese casado desde hace tres o cuatro años, si usted viviese como vivirá pronto, con la ayuda de Dios, si el marqués tuviese un hermano o una hermana, quizás entonces le dejaría suelta la brida. Pero suponga que su antigua locura vuelve, ¡habría hecho yo un bonito papel casándole con este ángel!
Examinó mi ropa manchada de barro, y comprendiendo que no se daba cuenta de dónde podía salir yo en semejante estado, añadí: Se ha casado Agustín. ¿Casado...? exclamó Oliverio. ¿Y por qué no? Eso debía suceder.
Ya sabes que Joaquín Pez ha venido de la Habana, casado con una americana muy rica. Da gusto verle, según está de contento y satisfecho». Isidora palideció. Después dijo: «Ya lo sabía... Toma, si le vi, le vi una tarde. Yo iba por la Red de San Luis y pasó él en coche. Me vio, pero el tunante fingió que no me veía.
Aquí todo se hace público, y al fin no hay más remedio que bajar la cabeza. Yo soy casado, tú también; estamos pateando todas las leyes divinas y humanas. Si hubiera muchos como nosotros, pronto la sociedad sería peor que un presidio, un verdadero infierno suelto. ¿No has pensado tú alguna vez en esto?
Recalde, mi antiguo camarada, el terrible Recalde, el piloto más atrevido y más valiente del pueblo, se había casado con la Cashilda, la hija del confitero de la plaza, muñequita con los ojos azules, muy modosita y formal. Todo el almíbar, todo el cabello de ángel de la tienda de su padre se le había comunicado a ella.
Por el contrario, sois el único hombre á quien he amado, el que ha encontrado mi corazón virgen... pero por lo mismo, porque sólo mi corazón estaba puro, os amo con pureza... por eso yo, querida del duque de Lerma, querida de don Rodrigo Calderón, mujer perdida, no quiero arrastraros hasta el fango donde está mi cuerpo; os doy mi alma, mi alma entera y nada más; ¿qué me importa que seáis casado? ¿Qué me importa que no me améis si yo os amo?
Don Jaime era desprendido, se ocupaba en cosas de ambición y de política y no en negocios de dinero; el dinero le importaba poco, pues se había casado con doña Luz siendo ella pobre; y sin duda encontraría muy razonable que D. Acisclo administrase los millones e hiciese con ellos la felicidad de Villafría, fomentando su industria y su agricultura.
Si no os amara, si no fuérais para mí antes que todo, ¿me hubiera casado con vos, sin pretender aclarar antes de nuestro casamiento el misterio de tal casamiento? Sentáos, don Juan, sentáos y escuchadme: escuchadme como si jamás me hubiérais hablado de amores, como si no fuéramos marido y mujer. Pero...
La lista era larga, porque no hacía mucho tiempo que había habido cambios, renovación y trasiego de empleados; pero no faltaba un oficial en el personal que tuviese algunas noticias biográficas de todos los nuevos. «Don Anacleto Pérez», decía, por ejemplo, la lista. ¿De dónde ha venido éste? preguntaba el Conde. De la Coruña contestaba el oficial. ¿Es casado? Es soltero.
¿Y qué os parece, madre, si yo me casara con doña Guiomar? dijo Cervantes. A lo que respondió la vieja: Si no os casaseis con ella, o casado seríais, o estaríais dejado de la mano de Dios; porque un tal bocado de cardenal, y aun si me apretáis de papa, ¿dónde le podríais encontrar mejor?
Palabra del Dia
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