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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Será pasado mañana, o dentro de unos días... Podrá ser. Y ¿sobre qué va usted a hablar? preguntó el periodista, sacando de su cartera unas cuartillas y un lápiz. Aquí se vio cogido don Simón, que aún no había madurado el cuándo ni el asunto. Pues, hombre respondió por decir algo , pienso hablar... sobre... Ya se ve, ¡son tantas las cosas que uno...! Vamos, ya le comprendo a usted.
En esto, el de los caracoles se había sentado junto a Frasquito, y con su mirar siniestro era el terror de los parroquianos que les rodeaban. «Puesto que usted se dedica al corretaje de anuncios, ¿podría indicarme una buena casa de huéspedes?... Precisamente hoy he hecho dos... Aquí las tengo en mi cartera para Imparcial y Liberal.
Pronto comprendió que no podía apetecer mejor coyuntura para plantarse rápidamente en la calle y dar por terminado el enojoso trámite de la ruptura. «Pero aún me falta la última parte pensó echando mano a su cartera . No puedo abandonarla así...». Después de meditar un rato, volvió a guardar la cartera y se dijo: «Mejor será que me vaya... Se lo mandaré en una carta... Adiós.
En el vestíbulo le esperaban dos postulantes y apenas apareció el decaído personaje, le asaltaron y allí mismo le dieron la lata, como fastidiosos mendigos. Con impaciencia, tomó apunte en su cartera del nombre, de la pretensión y del fiador de cada uno. Pierdan ustedes cuidado, que yo haré todo lo posible, y hablaré al doctor Eneene; precisamente, ahora voy al Ministerio.
Llegaron después la señorita Fontane, encantadora solterona por convicción; la señorita Melanval, presidenta de no sé cuántas asociaciones y ligas, y cuya única ocupación consiste en apuntar en una cartera los nombres de las nuevas adherentes a sus queridas obras; la señora Roubinet, de buena conversación, muy farsante y demasiado ocupada en procurar su efecto personal para pensar mucho en los demás, con lo que va ganando una sólida reputación de benevolencia que nadie piensa en discutir.
¡Ay, no, no Butrón! dijo Currita con melancólico acento No crea usted que me hago yo ilusiones algunas; sé muy bien que no hay rival tan temible para una mujer como la sota de bastos o la esperanza de una cartera...
¿Qué? replicó el señor Pulido en el mismo tono . Pues nada... ¡que te birlan la cartera, Pepe, que te la birlan!...
El general Prim había sido asesinado, y su amigo íntimo, su portaestandarte, el marqués de Sabadell, indicado ya para la cartera de Fomento, desaparecía súbitamente de la corte, a la misma hora en que corría la falsa nueva de que las heridas del general no eran de muerte y se habían escapado de sus labios terribles revelaciones.
Con que son exactas estas partidas. Lo serán si están firmados los recibos por mí. Tengo poca memoria, sobre todo en cuestiones de dinero. Es una gran felicidad repuso sonriendo irónicamente Osorio, mientras volvía a guardar en la cartera los papeles . Yo también he intentado muchas veces prescindir de ella.
¡Ay!, yo iba a ver si te sacaba la cartera sin que me sintieses... Vaya con la descuidera... ¡Quia!, si no sé... Esto quien lo hace bien es Guillermina, que le saca a Manolo Moreno las pesetas del bolsillo del chaleco sin que él lo sienta... A ver... Jacinta, dueña ya de la cartera, la abrió. ¿Te enfadarías si te quito este billete de veinte duros? ¿Te hace falta? No por cierto.
Palabra del Dia
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