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Actualizado: 30 de abril de 2025


La cartera ha caido al lado del libro fatal; Eugenio se avergüenza de haber anatematizado la humanidad, sin excepciones; la hora del correo no le permite filosofar, pero siente que su filosofía toma un sesgo ménos desesperante.

Me acusaría a , con razón, de falsedad; y yo quedaría ¡ay! perdida, y a vos no os quedaría la menor esperanza de ver realizados vuestros deseos. Entonces hay otro medio, pondré el documento en mi cartera y lo llevaré conmigo. No hagáis eso, Mathys; la condesa lo ha previsto todo.

Fuera o no esto cierto, éralo, sin embargo, que el respetable Butrón había aparecido de repente, cubriendo a Jacobo con el manto protector de su confianza; que Currita habíale proporcionado la desinteresada amistad de su caro esposo Fernandito, y que así, en aquellos ocultos rincones de los boudoirs como en las amplias aceras de las plazas públicas, designábanse a los tres personajes con los nombres de el joven Telémaco, el prudente Mentor y la invulnerable Calipso, murmurándose al mismo tiempo que Jacobo estaba arruinado, que el partido restaurador garantía su porvenir asegurándole una cartera en pago de sus servicios, y Currita atendía a su presente con una esplendidez que amenazaba dar al traste con la hasta entonces bien cimentada fortuna de la opulenta casa de Villamelón.

Total, incluso manutención, obra de la alcoba, etc., según el estado de mi bolsillo y cartera, cerca del doble de lo que, en igual tiempo, gasto en Madrid con carruaje y espectáculos. »Veamos ahora mi expedición por la parte instructiva, por la del estudio, para el cual se receta siempre el campo.

Nosotros no tenemos hijos. Dios nos ha protegido hasta ahora y nos seguirá protegiendo. Cirilo echó mano a la cartera y le entregó un billete de cincuenta pesetas. La mujer, sorprendida y roja de emoción y de alegría, no encontraba palabras para dar las gracias. Se deshacía en fervorosas bendiciones.

Al fin, cuando ya estaba cerca de la puerta, volvióse repentinamente y sacó del fondo del manguito una primorosa carterita, que le presentó, mirándole al mismo tiempo fijamente a la cara. Los ojos del joven, después de posarse en la cartera con ávida expresión de gozo, chocaron con los de su amada.

La joven replicó con energía que el guasón era él y que bastaba de bromas, que no estaba dispuesta a tolerarlas en esa materia. El duque insistió todavía; pero viendo la indignación real de su querida y no teniendo dato alguno para suponer que fuese ella quien le sustrajo la cartera, recogió velas. En cuanto perdió esta esperanza, su rostro se nubló de nuevo.

Demasiado comprendemos que el remedio á lo anterior no cabe en las bases de un proyecto ni en la sola concepción de un buen deseo; buenísimos los han tenido algunos de los ministros que se han venido sucediendo en la cartera de las Colonias, pero el mal es antiquísimo y el remedio necesariamente ha de ser paulatino.

Leopoldito lleva su tablero de damas, el bilboquet, la cuestión romana, su pistolita de salón y una cartera donde apunta todos los túneles y la hora que es en todas las estaciones.

Después de sacar el dinero del gasto cuotidiano, quedábase Bringas un rato con la arqueta sobre las rodillas; y levantando un falso fondo que el mueblecillo tenía, sacaba una vieja y sobada cartera, entre cuyos dobleces iban apareciendo algunos billetes del Banco.

Palabra del Dia

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