Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 13 de octubre de 2025
Alguna gente comenzaba a dejar la romería, cuando ésta fué violentamente conmovida por el escape de seis u ocho coches que llegaban de Lancia a la carrera. Era el duque de Tomos con su séquito. En una carretela abierta venía él con su secretario y el gran patricio don Rosendo. En el coche de éste venían don Rufo, Alvaro Peña y dos señores de Lancia.
Entonces, soy más generosa que tú, y, llegado el caso, no llevarías una suegra en tu equipo. Pues yo te declaro que no me casaría jamás con una mujer que no te venerase como a su madre. En este instante pasaron por la calle dos sombrillas en el fondo de una carretela, como un relámpago azul y rosa.
«El mendigo de la pierna se irá al Cielo derechito, con su muleta, y muchos de los ricos que andan por ahí en carretela, irán tan muellemente en ella a pasearse por los infiernos. Yo le pido a Dios que me dé la más asquerosa de las enfermedades, y... no me quiere hacer caso; siempre tan sana. Paciencia;
Uno de los compañeros atisbó al diputado Vidal que guiaba un tílbury, y escapó a colocarse a su lado, lanzando chillidos horrísonos. «¡Perico! ¡Perico! padre de la patria, aguárdame.» El otro tuvo la felicidad de ver a su novia en carretela y fue a colocarse de pie en el estribo. Quedó Miguel solamente en espera de algún amigo; pero no acababa de pasar.
Porque ya es hora de decir que el marqués de Ulloa auténtico y legal, el que consta en la Guía de forasteros, se paseaba tranquilamente en carretela por la Castellana, durante el invierno de 1866 a 1867, mientras Julián exterminaba correderas en el archivo de los Pazos.
Más lejos iba Isabel Mazacán con Leopoldina Pastor, en un milord preciosísimo; Pilar Balsano, la duquesa de Bara, Carmen Tagle y otra infinidad de estrellas y constelaciones del gran mundo, entre las que descollaba la señora de López Moreno con su hija Lucy, vestida ella de azul con mantilla blanca y grandes rosas en la cabeza, ocupando casi por completo una gran carretela con arreos a la calesera, y cochero y lacayo con sombrero calañés, pantalón y chupa de oscuro terciopelo.
Se consideraba feliz, y lo era en efecto: no ambicionaba nada y nada temía del día siguiente; envuelto en sus guiñapos, paseaba por los sitios públicos y gozaba del sol, como el que iba arrastrado en carretela; dormía donde le cogía el sueño, tan ricamente como sobre un colchón de plumas; comía cuando tenía hambre y no le faltaban buenos platos de casa grande, y en lo tocante a vicios menudos, llevaba en el bolsillo de su raída chaqueta provisión abundante de colillas de cigarro.
Se le llevó á un rincón y le preguntó con acento inquieto: ¿Qué hay? Hay, que no he encontrado el coche y que no sé dónde está Herminia. ¿Qué es lo que dices? Herminia se ha vestido y, evidentemente, ha ido á la carretela. Pero la carretela no está. Se miraron, con un principio de sospecha. ¿Dónde está Clementina? preguntó Roussel. Ha salido del salón hace más de un cuarto de hora.
Miguel, previo el permiso de su madrastra, mandó al criado por una carretela a casa de Lázaro y por un palco a la de un revendedor conocido. Después que madre e hija se vistieron la clásica mantilla y Miguel cambió la levita y el sombrero de copa por la americana y el hongo, subieron los cuatro al carruaje. Eran las dos y media de la tarde.
Echó á correr y llegó al terraplén á tiempo para ver á Roussel acercarse á un coche que estaba parado en la plaza y hacer señas al cochero para que acercase el vehículo á la esquina de la callejuela, á dos pasos de la puertecilla. Mientras la carretela atravesaba la plaza para colocarse al pie del terraplén, Roussel la seguía con aire plácido.
Palabra del Dia
Otros Mirando