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Actualizado: 13 de octubre de 2025
En el lugar de Ripamilán vio a don Víctor de Quintanar, y en el de la Regenta a Ripamilán; sí, los vio perfectamente. ¡No venía la Regenta en el coche abierto! ¡Venía con los otros! ¡Y al marido le habían echado a la carretela con el canónigo, la Marquesa y doña Petronila!... Luego don Álvaro y ella venían juntos... ¡y acaso venían todos borrachos, por lo menos alegres!
Roussel se volvió hacia su hijo y dándole golpecillos en el hombro, le dijo: ¡Ah, bribón, no tienes de qué quejarte! ¿Vas, naturalmente, á llevarte á tu mujer? Usted lo ha dicho. Son las nueve y media: á las doce prescindo de la compañía de la gente de la boda. Tengo una excelente carretela que me espera en la plaza: ¿la quieres? ¿Me llevará á París? Desde luego. Es cuestión de propina.
Entre los carruajes que velozmente y atronando las calles atravesaban el centro de la ciudad, pasó el cochecito de Cuadros, y tras él una carretela de alquiler en la que iban las de Pajares.
Acomodáronse los seis como pudieron en la carretela, echando a Manuel Antonio al pescante. Media hora después estaban en la posesión del banquero. Alzose apresuradamente un altarcito en el salón principal de la casa, y antes de que amaneciese, el penitenciario bendijo la unión de los prometidos. Fernanda no había despegado los labios durante el camino.
Usted conviene en ello.... Yo no convengo en nada.... Ustedes me violentan ... me amenazan.... Sí; todo lo que convenga para saber dónde está la señorita Guichard.... Pues bien.... ¡Ha partido! ¡Ha partido! ¿Con la señora de Aubry? Con la señora de Aubry y en la propia carretela de usted. Vaya; ¿está usted satisfecho? dijo Bobart con expresión de radiante alegría. ¿Adónde la conduce?
Salimos un martes al amanecer. Lo había preparado todo perfectamente. El día anterior había ido a Lancia y trajo una carretela que dejó en las inmediaciones de Peñascosa. Durante el camino hablamos poco. Yo iba inquieta y triste. No entramos en Lancia, sino que seguimos a la Reguera para tomar allí el tren. Esperamos bastante tiempo y dimos un paseo por la orilla del río.
Antes de meterse en el coche abrazó estrechísima y largamente a su sobrino, y le dijo al oído con voz conmovida: ¡Dale un buen barreno en los fondos, hijo mío! Cuando se separaron, tenía el rostro bañado de lágrimas. Metióse rápidamente en la carretela, y se ocultó en un rincón sin decir adiós.
Así estuvo paseando media hora. La sed le abrasaba... ¿por qué no se iba? porque no quería dejarlos pasar sin verlos; sin ver los coches, se entiende. Ana volvería, era natural, en la carretela, y al pasar junto a un farol podría verla, sin ser visto, o por lo menos sin ser conocido. La sed que esperase. El reloj de la Universidad dio tres campanadas. ¡Tres cuartos de hora!
Quiso que Pablito la acompañase, porque temía que a Cecilia le causase algún dolor el hacerlo; mas, enterada ésta, expresó su decisión de ir también a Tejada. Y una tarde madre e hija emprendieron en carretela descubierta el camino que llevaba a la posesión.
Es hija de Bustamante el banquero...; ligerita..., ligerita!... Allá va la Condesa de Fuenteseca... no me ha visto... a la otra vuelta la saludaré... ¡Cuidado que se conserva bien esa mujer!... Adiós, Lucía, a los pies de V., dijo, quitando el sombrero, a una joven rubia que venía en carretela con otras señoras.
Palabra del Dia
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