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Actualizado: 9 de julio de 2025


Por consecuencia de tan alta merced, Fabrice debía, según ya dijimos, trasladarse a la susodicha posesión, en el departamento de Orne, para reunirse allí con el marqués, una vez vuelto éste de las carreras de Deauville.

Supongo que habría venido, en vez de ir a las carreras de Ascot; Bertrán lo encontró allí... Huberto manejaba un mail lleno de señoras muy chic, y en el que todo el mundo, incluso él, parecía divertirse extraordinariamente; Bertrán pudo reconocer a miss Maud Watkinson, ¿sabes? esa americana tan rica de quien se ha hablado tanto este invierno y que anda por todas partes con la Condesa de Husson.

Al terminar el viaje redondo, cuando el trasatlántico regresaba a Hamburgo, sus máquinas eran reparadas minuciosamente. Durante quince días recibía los mismos cuidados que un caballo de carreras que se prepara para una nueva corrida.

Al deslizarse los rayos del sol entre los postes, danzaban los átomos de aquel polvo que en capas seculares se extendía sobre las bóvedas. Movíanse al viento, como abanicos de gasa, las telarañas de muchos años. Los pasos de los visitantes provocaban en los rincones obscuros, tras los maderos abandonados, carreras precipitadas y locas de los ratones.

Después de carreras, exclamaciones y cabildeos, bajó la criada a abrir la puerta, y subió al punto diciendo: Que aquí está el tutor de la señorita Carmen. La señora de la casa, tan espavecida corno si la hubiesen dicho: «Dése usted presa», contestó con un leve esbozo de sonrisa: Que pase..., que pase....

Circulaban con loca velocidad tranvías, automóviles y fiacres. Nunca se había visto en las calles de París tantos vehículos. Y sin embargo, los que necesitaban uno llamaban en vano á los conductores. Nadie quería servir á los civiles. Todos los medios de transporte eran para los militares; todas las carreras terminaban en las estaciones de ferrocarril.

254 Es triste en medio del campo pasarse noches enteras contemplando en sus carreras las estrellas que Dios cría, sin tener más compañía que su delito y las fieras. 255 Me encontraba como digo, en aquella soledá, entre tanta escuridá, echando al viento mis quejas, cuando el grito del chajá me hizo parar las orejas.

Enrique se había preparado para tres o cuatro carreras especiales, y en ninguna había logrado ingresar.

El sol había derretido su pintura; las tablas se agrietaban y crujían con la sequedad, y la arena, arrastrada por el viento, había invadido su cubierta. Pero su perfil fino, sus flancos recogidos y la gallardía de su construcción, delataban una embarcación ligera y audaz, hecha para locas carreras, con desprecio á los peligros del mar. Hasta de nombre carecía.

Este cálculo no debe parecer exagerado á los lectores, cuando he visto ayer en un periódico semi-oficial, que existen en circulacion cuatrocientos sesenta y tres ómnibus, trescientos sesenta y nueve para las varias carreras de Paris, y noventa y cuatro para los puntos circunvecinos.

Palabra del Dia

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