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Actualizado: 9 de julio de 2025


Privilegio de las popularidades bien fundadas. Su casa, por las gentes que la frecuentaban, llegó a ser registro exacto de los secretos pecaminosos, hazañas y picardías de todo Madrid: allí se conocía la clave de los misterios, chicos y grandes, de la política fullera, y el hilo de muchas marañas inexplicables de la Hacienda pública; había palancas para remover obstáculos que las gentes legas conceptuaban irremovibles, y el don de muchos prodigios de fortuna en todas las carreras del Estado, que dejan atónito y confuso al vulgo sencillote.

Los tres perros, aunque muertos de hambre, no se aventuraron mucho a merodear en país desconocido, con excepción de Yaguaí, al que el recuerdo bruscamente despierto de las viejas carreras delante del caballo de Cooper, llevaba en línea recta a casa de su amo.

Los gritos de los bravos, El ¡ay! de los esclavos, Y el trueno del cañon; Del plomo los rugidos, Del sable los crugidos, Y el golpe del tambor. Del potro las carreras, Los vivas y los mueras, Y el toque del clarin, Cual trueno tramontano Que asorda todo el llano Retumba en el confin.

La mano de la Judic es la más bonita de París. En las carreras es donde se lucen los mejores vestidos. ¡Qué linda estaría Adela, en el pescante de un coche de carreras, con un vestido de tila muy suave, adornado con pasamanería de plata! ¡Ah, y con un guía como Pedro, que conocía tan bien la ciudad, qué pronto no se estaría al corriente de todo! ¡Allí no se vive con estas trabas de aquí, donde todo es malo!

Un día del mes de Septiembre de 185... debían tener lugar á alguna distancia del castillo unas carreras, en las que mi padre había comprometido muchos caballos.

La joven tomó el brazo de su madre, apoyó su linda cabeza sobre el hombro materno, y dijo cariñosamente: Querida mamá, puedes estar tranquila, no estoy afligida. ¿ sabes, entonces? María Teresa se sonrió. Que Huberto ha ido a las carreras de Ascot, que ha mentido, y que se divertía mientras nosotros sufríamos. No solamente esto no me desagrada, sino que me llena de felicidad...

Pero en las carreras, como en los demás juegos, es difícil no prevalerse de cualquier circunstancia favorable, de cualquier ventaja más o menos legal. Tiendo mi vista con lástima a toda la colosal muchedumbre de la tribuna popular. ¡Pobrecitos, no saben nada! Sólo aquí, en la tribuna del Jockey, estamos en el secreto.

Bendito San Antonio, tres cosas te pido: salvación, y dinero, y un buen marido; y donde los chicos de la Escuela del Cura y los de la Escuela Nacional reñían tremendas batallas. Allí, en la sabanita, a espaldas del santuario, eran las carreras de caballos el día de San Juan. Poco tiempo, pocas horas, y de mañanita iría yo con algunos amigos de la infancia a recorrer aquellos sitios.

Seamos francos: ni Gregoria, ni Pablo Aquiles tenían mejor carácter que el padre; Gregoria, sobre todo, a quien una simple contradicción producía una pataleta, en que se mordía los puños de rabia impotente; Pablo Aquiles desdeñaba el estudio, y sin talento ni aspiraciones, se había dedicado a la más cómoda de las carreras: la de heredero de ricacho; y si no de genio tan violento como su hermana, luchaban ambos, sin embargo, en encarnizado y fraternal combate, no dejando vaso que romper, ni porrazo que dar, cuando el padre no estaba delante.

La sarracina continuaba; muchos timoratos escapaban a la calle Piedad, espantados; otros se guarecían detrás de las puertas, de las columnas, de las mesas. Y en medio de la confusión, de las voces, de las carreras, de los golpes, la enseña de la autoridad se mostró... Rocchio, indomable, protestaba, siempre al pie de la pizarra y los compañeros de Jacinto.

Palabra del Dia

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