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Actualizado: 9 de noviembre de 2025
Como se casan solamente entre sí, porque la ley prohibe el matrimonio morganático, resulta que los verdaderos extranjeros en todo pueblo son el rey y la reina. Así, pues, en vez de sangre azul, puramente azul, la tienen de todos los colores. La pureza sanguínea está mejor fijada en los caballos de carreras.
Joaquín y Obdulia sabían que todo el mundo era patria: «¡pero como allí!» Edelmira y Paco suspiraban también por sus escondites de la quinta, que iban a dejar muy pronto.... Antes del último arranque de locura, de las últimas carreras por el bosque y de la última alegría hubo un cuarto de hora de melancolía... de cansancio mezclado de tristeza. La tarde iba a ser corta y la última.
Excusado era enderezarle por este camino. No tenía estómago bastante fuerte ni entrañas del temple necesario para médico, amén de que, como carrera de lujo, la de Medicina le parecía la menos a propósito de todas las carreras.
Lo primero que se presentó a su espíritu fue el pesar de haber perdido una fuerte suma de dinero en las carreras de Ascot, donde había visto desaparecer sus esperanzas con el caballo que las llevaba. Huberto no era jugador liberal; hombre de orden, adorador del dinero, detestaba el perder.
Esta catástrofe dilo Maltrana metió algún ruido, porque entre los aventureros iba el hijo único de Lope de Vega, mozo poeta deseoso de seguir una de las seis carreras de los hidalgos de entonces. Pero ocurrían con mucha frecuencia estos naufragios por imprevisión o por audacia, sin que de ellos quedase noticia alguna... ¡Si este mar pudiese contarnos todos los dramas ignorados del descubrimiento!
Yo creo más bien que son ellas las que están prevenidas contra él y que le buscan defectos. Hipócrita no lo es. Holgazán, convengo en ello. Emprendió varias carreras y ninguna ha llegado a concluir; de suerte que hoy se encuentra el pobre sin profesión alguna y viviendo a expensas de su familia.
Harto mejor haría yo, sino que soy un bárbaro, y no haré nada que bueno sea en toda mi vida; harto mejor haría yo, vuelvo a decir, en volverme a mi casa, y a mi mujer, y a mis hijos, y sustentarla y criarlos con lo que Dios fue servido de darme, y no andarme tras vuesa merced por caminos sin camino y por sendas y carreras que no las tienen, bebiendo mal y comiendo peor. Pues, ¡tomadme el dormir!
El mismo Yurrumendi aseguraba, según Zelayeta, que aquellas gradas estaban hechas para que las sirenas pudieran ver desde allá las carreras de los delfines, las luchas de los monstruos marinos que pululan en el inquieto imperio del mar.
Más de una vez vi desempeñar el papel de Preciosa á la excelente actriz Pepita Huerta, que falleció hace ya años, tomando parte también la Carreras, que se había retirado de las tablas en el año 1783, al abandonar yo la Península ibérica. Ambas eran igualmente aplaudidas, pero por distintas causas.
Un orgullo tan legítimo como el de los criadores de caballos de carreras, hermosos e inútiles, que no sirven para arar un campo ni pueden tirar de un carretón, pero corren y corren sin objeto entre los entusiasmados epilépticos de la multitud... Además, Fernando, amo el dinero por ser dinero con un respeto casi religioso.
Palabra del Dia
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