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Actualizado: 28 de noviembre de 2025


No, hija mía, no, ¡bendita seas!... no me duele nada... soy muy feliz... lo único que tengo es sueño... se me cierran los ojos sin poderlo remediar... Pues por nosotros no dejes de dormir, Juan, dijo Santiago. , tiíto, duerme, duerme dijeron a un tiempo Manolita y Paquito echándole los brazos al cuello y cubriéndole de caricias... Y se durmió en efecto. Y despertó en el cielo.

Acariciaba, más le hacía pagar las caricias: «¡Ahora le da el sentimiento al niño! ¡Quieres callarte, tontuelo! ¿Te figuras que estoy yo aquí para templar gaitas? ¡Bueno, bueno, ya empieza el lloriqueoCon estas y otras tales expresiones abría la llave de las lágrimas que su mano trataba de secar. Mas no pararon todavía aquí las cosas.

Duda, vacila alzándose del suelo al sentirse en Bailén de muerte herida, y abate en Waterlóo su incierto vuelo. Eras : mi deseo adivinaba tus rojos labios, tu mirar de fuego, de tu amor las histéricas caricias, el ardiente perfume de tus besos. Eras , que surgias en mi mente envuelta entre la niebla de mis sueños, radiante y bella, cual la luna surge del horizonte entre el celaje denso.

Una tarde, mientras se quitaba el corsé, me dijo: «Mira si el Señor es bueno que, según la doctrina, lo primero es amar a Dios sobre todas las cosas, y fíjate en que no dice sobre todos los hombresLos días en que se confesaba me decía entre caricias y besos: «Chico, esto es coser por la mañana y deshacer la labor por la noche.» ¡Pobre muchacha!

Dios sabe, si existe, que lo has logrado bien. A pesar de la exquisita dulzura de sus palabras, a pesar de sus caricias, me pareció que una larga y acerada aguja había penetrado en mi corazón, y en medio de mi alegría, pasó por un calofrío de espanto. «¡Dios sabe, si existeNo puedo acostumbrarme a esa forma irónica de la duda, habitual en mi padre.

La condesa de la Villanera le levantó como una pluma y lo arrojó suavemente sobre los almohadones. Hija mía le dijo con emoción mal contenida , te presento al marqués de los Montes de Hierro. Germana cogió al niño por la cabeza y le besó dos o tres veces. El pequeño Gómez recibió aquellas caricias con agrado y aun creo que le devolvió un beso.

¡El Pato! juego fuerte Del hombre de la pampa, Que marca las costumbres De un pueblo varonil. Para crispar los nervios, Para tender los músculos, Como el convulso jóven, En el dolor febril. Las fiestas populares De un pueblo de valientes Semejan á las rudas Caricias del leon, Porque el pampero raudo Batiendo en esas frentes Parece que inocula Vigor al corazon.

El primero, que parecía consumido por el estudio, la riqueza y los vicios, dijo a Juan casi medrosamente, acompañando la frase con ademanes oratorios: Su amor no se alcanza por fuerza... Puedes llegar a lograrlo, pero no así. ¿Cómo ha de amarte si tus caricias son zarpazos? Adquiere instrucción y cultura. Eres libre... Ejercita los derechos que te permiten igualarte a los que somos preferidos.

Un torrente de lágrimas salió de mis ojos al pronunciar estas palabras: un torrente de lágrimas dulces, como son siempre las del agradecimiento. Después, más sereno y animoso, senteme en el fatal banquillo, y seguí contemplando la ciudad, que empezaba a romper las brumas que la envolvían para recibir de nuevo las caricias del sol.

Sus caricias habían sido tristes, desesperadas; algo semejante pensaba Ojeda a los amores de un condenado a muerte en vísperas del suplicio.

Palabra del Dia

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