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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Pero los pobres sabios de Salamanca, lo mismo que Colón, ignoraban la existencia de América, y América, cansada de vivir en el misterio, salió al paso del navegante, el cual murió ignorándola.

De la torre en las grietas el viento gemidor, las aguas, los rebaños con su voz agitada, todo sufre y se queja; la natura cansada necesita reposo, rezo, silencio, amor.

Roma, cansada de las luchas de Mario y de Sila, de patricios y plebeyos, se entregó con delicia a la dulce tiranía de Augusto, el primero que encabeza la lista execrable de los emperadores romanos.

Le cortaba con su navaja la cabellera y le daba por vestidos unos sacos, arrojándola en el rincón más obscuro, y allí permanecía sin que nadie le hablase, volviendo la espalda a la gente, temblando al oír una voz, hasta que, cansada de esta vida de abandono, si quedaba en ella un resto de voluntad, huía para perderse en los caminos.

Llegó la Tribuna a saber de memoria al capitán de la Bella Luisa, sus hábitos, sus viajes, sus caprichos, y el eterno proyecto de matrimonio, diferido siempre por altas razones de conveniencia, que explicaba Ana con sumo juicio y cordura. Si ella se quisiese casar con algún artista de esos ordinarios, un zapatero, verbigracia, cansada estaría de tener marido; pero ¿para qué?

Cansado de suplicar, de llorar agarrado a la reja, de arrodillarse como un chiquillo, la desesperación le había hecho prorrumpir en amenazas. ¡Que le perdonase Fermín! pero en aquel momento se sintió capaz del crimen. La muchacha, cansada de sus ruegos, asustada de sus maldiciones, acabó por cerrar de golpe la ventana. ¡Y hasta ahora!

No se fijaba en el rostro ceñudo de doña Bernarda, cansada ya de preguntarle si estaba enfermo y de oír la misma respuesta: No, mamá; es que trabajo de noche; un estudio importante. La madre tenía que contenerse para no gritar: ¡Mentira! por dos noches había subido a su cuarto, encontrando cerrada la puerta y obscuro el ojo de la cerradura. Su hijo no estaba allí.

De este modo podía vigilar á su hijo, que seguía llevando una vida endiablada, sin salir adelante en los estudios preparatorios de ingeniería... Además, Chichí era ya una mujer, su robustez le daba un aspecto precoz, superior á sus años, y no era conveniente mantenerla en el campo para que fuese una señorita rústica como su madre. Doña Luisa parecía cansada igualmente de la vida de estancia.

Pues yo me alegraría... me alegro... os tendré preso algún tiempo sólo por haceros rabiar, en cambio de lo que vos me hacéis sufrir. ¡Ingratitud inaudita! os saco de vuestra cansada vida, os hago mujer, os desentierro, os hago probar el divino fuego del amor y me aborrecéis. No os creía yo mala.

¿No va V. de vez en cuando a San Sebastián? Casi nunca. Mi tía me lleva cuando hay que traer algún encargo; pero ida por vuelta. ¿Pues? Estaba cansada de andar de un sitio para otro... al teatro... al paseo... a los comercios... Me dolían mucho los pies. Decían que era porque no estaba acostumbrada. Me ha dicho su tía que ha estado V. educándose en un colegio...

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