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Actualizado: 31 de octubre de 2025


Cansada de correr, y sospechando, aunque poco experimentada en las cosas del mundo, que aquella naranja tan corredora no era del todo natural, la pobre se detenía a veces y pensaba en desistir de su empeño; pero la naranja al punto se detenía también, como si ya hubiese cesado en su movimiento y convidase a su dueño a que de nuevo la cogiese.

Un buen cuarto de hora permaneció tendida en el suelo, más o menos como está ahora, luego abrió los ojos y me examinó por largo rato en silencio con una expresión tan dolorosa, tan cansada y desesperada, que la angustia y la inquietud me invadieron.

Despejose algo el local con la salida de una fuerte masa de gente, cansada ya de oír discursos, y entonces vi venir a D. Paco, como que bajaba de la escalera de las tribunas reservadas. No están decía el pobre viejo con la mayor ansiedad . Asuncioncita e Inesita han desaparecido. Deben de haber salido otra vez a la calle. Lord Gray se juntó a ellas. ¡Dios mío! ¿Qué nueva tribulación es esta?

Aquella noche, al apoyar la señora de Ponce su cansada cabeza sobre la almohada, trató de imaginarse a Carolina durmiendo en aquel momento tranquilamente en la gran casa-colegio de la colina, y a la sola idea de que la tenía tan cerca sentía la infeliz pecadora inefable consuelo.

Al fin del día estoy muy cansada; pero yo no te olvido y a todas horas pienso en , y además te dedico un rato todas las noches, y a esa hora no hago más que recordarte y ver tu retrato. Son las once de la noche, estoy solita en mi pieza, y con lápiz, porque olvidé traer el tintero y la pluma, te escribo estas lineas, muy de prisa, tan de prisa que no cuántos disparates estoy poniendo.

Ese descenso interminable, por un camino que la calzada de piedra destruida hace imposible, el sol, que caía a plomo, la mula, cansada, afirmando el pie lentamente en las puntas de los guijarros sueltos, todo empezaba a darnos fiebre.

Cada cuarto de hora me detenía en la puerta de ranchos extendidos sobre el camino y comenzaba mi eterna cantilena: «¿Ha visto pasar un mozo rubio sobre una mula bayaEn una de esas tentativas, una buena mujer me contestó que en la tarde del día anterior había pasado un sabanero, tuerto, con la mula cansada. No cabía duda, era el mío.

«Olvido espera un príncipe ruso» era la frase consagrada. Cuando un incauto forastero se atrevía a probar fortuna, se le llamaba «el príncipe ruso» por ironía hasta que salía con las manos en la cabeza. A la de Páez se le ocurrió después, cansada de no tener en el corazón más que trapos, hacerse devota.

A pesar de estar su vista cansada por los años, emprendió la tarea de bordar un paño de altar para regalo a la parroquia, y mientras tenía caladas las antiparras y la aguja en la mano, aunque su esposo la llamara, tardaba en acudir.

Si vuelve usted para entonces, me encontrará y nos veremos por última vez, porque después irremisiblemente levanto el vuelo, aunque llore y rabie la pobre tía... Por ahora estoy bien aquí. ¡Qué cansada me encuentro! Esto es una cama después de un largo viaje. Sólo un gran suceso me obligaría a saltar. Se vieron aún muchas tardes en el jardín, saturado de olor de las naranjas maduras.

Palabra del Dia

vengado

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