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Actualizado: 30 de abril de 2025


El obispo de Córdoba apuraba en vano sus instancias aun presentándole á cada palabra el nombre de su madre, pero ya cansada de escuchar desobedeció la órden y los ruegos de este, y preparándose á salir: «Dejadme, dijo, es un deber sagrado el que no me detenga á nada en este viageEntonces el obispo mandó á cerrar la puerta, dejando de la parte de dentro á la desgraciada Doña Juana.

No quieren que se suelte artilleria, Que el una escuadra y otra anda mezclada; Parece resonar caldereria, O la fragua vulcana tan nombrada. El tiempo la victoria entretenia; La gente desflaquece de cansada: A priesa viene ya aquella doncella, Que á Titon dió su queja siendo bella.

¡Aquí está el célebre cuarto de la condesa! exclamó con singular entonación al llegar a él. Vamos a entrar. Estoy cansada. Entraron y la joven cerró la puerta.

No: te quedarás en casa, y así harás compañía a papá. Ya estoy cansada de miserias replicó con gesto avinagrado, dando a sus ojos una expresión de insolente desenfado que jamás tuvieron. Pues ahora empiezan. Veremos quién las sufre: eres el hombre de la casa... conque busca el remedio. Si no... a no me ha de faltar.

Es que en cuanto estoy algún tiempo cerca de ti, de ti que nadie ha manchado, de ti en quien nadie ha puesto los labios impuros, de ti en quien mido yo como la carne de todas mis ideas y como una almohada de estrellas donde reclino, cuando nadie me ve, la cabeza cansada, estas cosas extrañas, Lucía, me vienen a los labios tan naturalmente que lo falso sería no recordarlas.

16 porque he aquí, que yo levanto pastor en la tierra, que no visitará las perdidas, no buscará la pequeña, no curará la perniquebrada, ni llevará la cansada a cuestas; sino que se comerá la carne de la gruesa, y romperá sus uñas. 17 ¡Ay del pastor inútil, que abandona el ganado!

Ella dijo, con acento mimoso de niña pequeña: , yo quiero que me lleves.... Pero ¿cómo?... No puedo andar.... Estoy muy cansada.... Tengo abajo al Romero, ¿sabes? Nos lleva a los dos en un vuelo. ¿En un vuelo? murmuró Carmen con deleite . Yo tengo muchas ganas de volar.... Salvador temió que delirase. Tenía un poco de fiebre y estaba muy decaída.

Yo presumí por sus últimas palabras que mi amo había perdido el seso, y viéndole rezar me hice cargo de la debilidad de su espíritu, que en vano se había esforzado por sobreponerse a la edad cansada, y no pudiendo sostener la lucha, se dirigía a Dios en busca de misericordia. Doña Francisca tenía razón. Mi amo, desde hace muchos años, no servía más que para rezar.

Pues bien, debo decir que estoy profundamente cansada y herida de todo esto; se lo aseguro. Y cuando en este momento acaba de ofrecerme en prenda, su honor de gentilhombre, que le ha permitido hacer tantas cosas indignas, tengo sin duda el derecho de no creer en él, y no creo.

Estoy cansada de los hombres; tal vez los odio. Yo he conocido a los más hermosos, a los más elegantes, a los más ilustres. He sido hasta reina; reina de la mano izquierda, como dicen los franceses, pero tan dueña de la situación, que a haber querido meterme en tales vulgaridades, hubiese cambiado ministerios y trastornado países.

Palabra del Dia

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