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Actualizado: 10 de mayo de 2025
Isidora, Isidora..., ¿no opina usted como yo, no cree usted que esta canalla debe ser exterminada? Todo esto que vemos ha sido arrancado al pueblo; todo es, por lo tanto, nuestro. ¿No cree usted lo mismo?». La de Rufete, por no contestarle con la severidad que merecía, no decía nada, y hacía como que miraba las porcelanas.
Vea, don Melchor, respete a la gente si quiere que no le falten... ¡Pero qué te has pensado, canalla! dijo Melchor haciendo girar el cinturón como para sacar el revólver.
En realidad, si algún dios o mortal pudiese escuchar aquellos bárbaros sonidos, retrocedería horrorizado. Sobre todos flotaba sin cesar uno por demás extraño algo así como all, call, mall. Un filólogo perspicaz, después de estudiar bien aquel sonido, teniendo en cuenta la persistencia de la vocal a y de la consonante ll, acaso deduciría que la palabra expresada por el alcalde era canalla.
¿Y qué más puede haber? ¿Dicen también que el señorito don Pedro sale a robar a los caminos? ¡Canalla de incircuncisos ésos, sin más Dios ni más ley que su panza! Aseguran que la noticia viene por persona de la misma casa. ¿Eeeeh? Cargue el diablo con el viento. Que la noticia viene por persona de la misma casa de los Pazos.... ¿Ya me entiende usted? Y don Eugenio guiñó el ojo.
Velázquez se lanzó de un salto sobre ella, la agarró por los brazos y la sacudió convulsivamente, mientras la joven, loca de furor, seguía escupiéndole á la cara más que diciéndole: ¡Sí, te llamo canalla!... Mátame ahora, cobarde... mata á una mujer... ¡Eso debes hacer, granuja!...
Para él no hubo ya en Alcira otras personas, que las que al llegar la cosecha recogían miles de duros; los demás eran la canalla. Por entonces, emancipado de los bajos oficios que había desempeñado y dejando los negocios de usura en manos de los que antes le servían de intermediarios, comenzó a preocuparse del casamiento de su hijo Ramón.
¡Qué testarudo! exclamó el Capitán, impaciente. ¡Te he dicho que no somos enemigos tuyos! Todos los hombres de tu raza son enemigos míos. Otros, sí; nosotros, no. Es igual; todos sois lo mismo. ¡Pero si yo no he visto a tu hijo! Lo habrán matado los arfakis, tus aliados. ¡Eres un canalla! Soy Uri-Utanate. ¡Un pillo! gritó el Capitán exasperado. ¡Calla, hombre blanco! ¡No tengo miedo a los tuyos!
¿Qué te mezclas tú? ¡Canalla! ¡Miserable! gritó Ugarte. Y, en su furor, sacó una de las limas de las sacadas del pontón, que aun llevaba, e hirió al irlandés en la mejilla. Este, de pronto, se levantó, cogió el banco en donde estaba sentado, lo alzó en el aire y le dio a Ugarte tal golpe en la cabeza, que lo dejó muerto.
Esta que es la poesia verdadera, La grave, la discreta, la elegante, Dixo Mercurio, la alta y la sincera, Siempre con vestidura rozagante Se muestra en qualquier acto que se halla, Quando á su profesion es importante. Nunca se inclina, ó sirve á la canalla Trobadora, maligna y trafalmeja, Que en lo que mas ignora, menos calla.
Señora doña María dije procurando echar fuera el gran peso que tenía sobre mi alma el varonil espíritu de usted me asombra. Pero si vuelve usted a nacer y vuelve a tener hijas... Ya sé lo que me quiere usted decir, sí... que las tenga más sujetas, que no les permita ni siquiera mirar a un hombre. He sido demasiado tolerante... Pero apartémonos de aquí... el ruido de esa canalla me hace daño.
Palabra del Dia
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