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Actualizado: 18 de junio de 2025


En un tiempo la pobre campesina Erraba por las pampas peregrina, Y era su prole, bendicion del cielo, Una calamidad, un desconsuelo, Que las puertas del rico le cerraba, Cuando sus puertas, trémula pisaba. El avaro veia en la familia Solo bocas hambrientas de vigilia, Y guardaba su estancia y su riqueza Con un gaucho y un perro en la maleza.

No desmintiendo éstos la hospitalaria tradición campesina, hicieron pasar a los visitadores, quieras no quieras, al comedor, donde un mármol se hubiera reído también observando cómo la mesa del refresco, la misma en que comían a diario los dueños de casa, tenía dos escotaduras, una frente a otra, sin duda destinadas a alojar desahogadamente la rotundidad de un par de abdómenes gigantescos.

, hace buen tiempo... Buenos días murmuró Mathys sin mirar a la campesina. Dicho esto, acortó el paso como si quisiera quedarse más atrás. Perdone, señor intendente, que me atreva a hacerle una pregunta: mi respeto, mi afecto por usted son mi disculpa. Parecéis estar enfermo, pero confío que no será nada. No estoy enfermo respondió Mathys refunfuñando.

Nadie debe verla ni encontrarla, por lo menos hasta media legua de distancia de Orsdael. La llevarás, pues, por caminos apartados y por el bosque. Muy bien dijo el guarda, subiendo una pequeña escalera para ir a vestirse. Pero decidme, Marta murmuró la campesina después de un momento de silencio . ¿Quién os abrió la puerta del castillo? Nadie, Catalina; bajé por la ventana de mi cuarto.

Se levantó un cortinaje de damasco y entró una criada vieja vestida de negro, con falda lisa y pobre jubón, lo mismo que una campesina. Los cabellos grises estaban cubiertos en parte por una pañoleta obscura, a la que el tiempo y la grasa habían dado un tinte rojizo. Por debajo de la falda asomaban los pies calzados de paño, con unas medias blancas de grueso tejido.

Como la pequeña Elena estaba casi muerta, partió al día siguiente con una sirvienta y la niña. Pero en casa de la campesina, ya encontré el sitio ocupado por otra criatura. ¡La hija del oficial de húsares! suspiró Marta con voz casi ininteligible. , de su viuda, porque al día siguiente, supe que su padre había muerto.

El intendente tomó ambas manos de la campesina, y, mirándola en los ojos con una alegría casi insensata, exclamó: ¡Oh Catalina! ¡Catalina! repetídmelo, afirmádmelo una vez más. ¿De veras, esa frialdad es sólo la máscara de un amor secreto? ¿Me ama Marta, de veras, con sinceridad de un alma pura...? ¿Estáis bien cierta de esto, en verdad? ¿Ella misma os lo ha dicho de un modo claro y distinto, que haga imposible toda equivocación?

Por la circunstancia, pues, de que la campesina robada es para todos la Princesa, fuera de los que conocen el secreto, pasa Diana desapercibida en el traje impropio de su clase, que la cubre, y forja un enredo muy divertido, en que el mismo duque de Milán renuncia á su prometida esposa, y Clotaldo se casa al cabo con su querida Diana. Dicha y desdicha del nombre y La banda y la flor.

Los mayores, a la vista de la población regular, cesaban en aquellas confidencias que parecían fruto sabroso de la amenidad campesina. Era como pasar de un país libre a otro donde todo es correcto y reglamentario.

Su frase favorita expresa bien su conviccion: «El viento arranca las mieses en ocasiones, pero nunca se lleva la tierraDe algunos años acá el paisano frances está pasando por una crísis peligrosa, especie de fiebre que domina sobre todo á la juventud campesina.

Palabra del Dia

rigoleto

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