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Actualizado: 26 de junio de 2025


Una vez al día abre la puerta, entra, inspecciona unos minutos, vuelve a salir, y hasta el día siguiente... Ni una palabra, ni un grito, ni el más leve ruido; y eso que yo muchas noches aplico la oreja a la madera del tabique, o miro en el corredor por el ojo de la cerradura. ¡Nada!... ¿Quién cree usted que podrá ser? Calló Isidro, frunciendo el ceño bajo la preocupación de este misterio.

Mi pobre cabeza se ha debilitado mucho con la soledad y con la pena, lo que, seguramente, me habrá hecho olvidar muchos detalles. Pero lo absolutamente cierto es que el señor de Sorege no era un amigo sincero del señorito Jacobo, al que envidiaba y que el día en que le vió perdido aparentó querer salvarle porque estaba seguro de no lograrlo. El viejo se calló.

Calló un momento doña Zobeida, como si vacilase, pero luego añadió con timidez: Aquí mismo, en el barco, hay un señor que no cómo ha sabido lo de mi pleito, y según me dicen, quiere hablarme... Es el papá de esa niña que llaman Nélida, la que siempre anda revuelta con los muchachos.

En buena lógica, debían decir los monarcas: «Yo soy rey porque tengo la fuerza, porque me apoya el ejércitoPero no señor; prefieren continuar la antigua farsa, diciendo: «Yo el rey, por la gracia de DiosEl tirano pequeño no abandona el regazo del déspota grande. Le es imposible sostenerse por mismo. Calló un buen rato Gabriel.

Calló el pájaro adivinando la presencia de los amantes. Oyó sin duda el ruido de sus cuerpos al caer al pie del árbol, las palabras tenues murmuradas al oído.

Y pasó hasta los confines del mundo, y se apoderó de los despojos de numerosas gentes, y la tierra calló en su presencia....» Cuando uno llega á esta expresion, el libro se cae de las manos, y el asombro se apodera del alma. En presencia de un hombre la tierra calló..... Sintiendo con viveza la fuerza de esta imágen, se forma la mayor idea que formarse pueda del héroe conquistador.

¡Francisca! dijo la abuela con cierto tono de severidad, va usted a decir tonterías, hija mía. , es verdad... Me callo respondió Francisca con esa gracia irresistible que hace que se le perdonen todas sus imprudencias.

El coronel, por considerarse hombre de guerra, sólo admitió á medias estas palabras del profesor. La espada, la gloria militar, eran algo: el mundo resultaría feo sin ellas... Pero se calló, no atreviéndose á turbar el entusiasmo de su amigo. Todos los pecados de un lado se redimen al otro.

Hay que ser superficial, frívola, y como a no me gusta eso, pues... me callo». «Bien hecho la dije, no te aflijas, hija mía; yo te buscaré un novio digno de . No te aseguro que sea rico; pero inteligente y espiritual y culto y muy hombre, merecedor, en una palabra, de los tesoros de tu alma». Inesilla se conmovió profundamente.

Al oírla, calló súbitamente Doña Paca, como el ratoncillo nocturno que cesa de roer al sentir los pasos o la voz del hombre. Oyose tan sólo, durante largo rato, alguno que otro suspiro hondísimo de la señora, que después empezó a quejarse y a gruñir por lo bajo. La otra no chistaba. Había hecho rápida crisis el genio de la infeliz señora, determinándose un brusco giro de la veleta.

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