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Calló un momento para reflexionar, y luego dijo con orgullo: Antes éramos nosotros los que nos asombrábamos al recibir la visita de un Hombre-Montaña. Ahora son los Hombres-Montañas los que deben asombrarse al visitar nuestro país. Hemos hecho triunfar revoluciones que ellos seguramente no han intentado aún en su tierra. Gillespie sintió desviada su curiosidad por estas palabras del profesor.

Los que empezaban á volver la cabeza atraídos por el estrépito de la puerta no continuaron su movimiento; los que estaban enfrente permanecieron con los ojos fijos en el que entraba: unos ojos agrandados por la sorpresa, como si no pudiesen creer lo que veían. El gramófono calló repentinamente.

Aquí se calló don Román como un muerto, y me dijo el insigne campurriano, después de aplaudirme los buenos propósitos declarados por de poner todos los medios para lograr tan grandes fines, que si me decidía, en mis procedimientos, a servir a mis protegidos el vino viejo en odres nuevos, cosa que él no desaprobaría, lo hiciera con sumo tacto, «porque concluyó , hermosa es la luz; pero no hay que abrir de repente todas las ventanas a los que han vivido a oscuras por achaques de la vista; pues hay que temer las locuras que entran por los ojos deslumbrados». A esto ya no pudo callarse don Román, y expuso el ejemplo de la caída de Coteruco, en demostración de lo afirmado por su amigo.

Callo, y quizás me duermo en mi luneta. No tengo que soñar en mi felicidad doméstica, que es ya un hecho positivo; soñaré con ese porvenir lejano de nuestra patria, con ese tiempo, querido amigo mío, en que la mayoría de los españoles se reirá de la angelical inocencia política de usted. Basta ya.

Nazaria agradeció mucho la visita y estuvo quejándose durante diez minutos, dando cuenta prolija de los distintos dolores que sentía, en partes diversas, los unos afilados como cuchillos, los otros duros como pedradas, y algunos múltiples y horripilantes como el rasgar de una sierra. Después calló.

También esta clase de perversidad me la de memoria. Fortunata se calló. Fuera que los ojos del clérigo se acostumbraran a la oscuridad, fuera que entrase en el cuarto más luz, ello es que Nicolás empezó a distinguir a su hermana política, sentada sobre el baúl, con un pañuelo en la mano. A ratos se lo llevaba al rostro como para secar sus lágrimas.

La de Ribert le echó una mirada escandalizada al verla sentarse con las piernas cruzadas, postura con que la incorregible Francisca se complace en excitar la indignación de las respetables aiglemontesas. La buena señora se calló sin embargo. He encontrado mi alma hermana, Francisca... He... Una imperiosa mirada de la de Ribert me cortó la frase.

Al cabo de algunos minutos el banquero se inclinó hacia ella con poca delicadeza, y acercando el rostro a su cara, tanto que parecía que se la rozaba con los labios, le dijo en voz baja: ¿Tiene usted muchas Osunas? Algunas, , señor. Véndalas usted a escape. Pepa le miró a los ojos fijamente, y dándose por advertida calló.

Tienes razón, es muy doloroso perder una cosa que se ama. Montiño se calló, y Luisa, por no irritarle más, se calló también. Está delante Inesita dijo para Montiño , y no me atrevo... será necesario quedarme solo con ella. Y siguió paseándose en silencio durante ocho ó diez minutos. Su mujer y su hija no cantaban, pero cosían.

12 Entonces toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y a Pablo, que contaban cuán grandes maravillas y señales Dios había hecho por ellos entre los gentiles. 13 Y después que ellos callaron, Jacobo respondió, diciendo: Varones hermanos, oídme: 14 Simón ha contado cómo Dios primero visitó a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su Nombre;