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Actualizado: 26 de junio de 2025


Al cabo de un instante, pregunta en voz baja: Di, ¿qué hay ahí dentro? No . Yo tampoco. ¿No tienes permiso para entrar ahí? No. ¡Alabado sea Dios! Entonces no soy yo sola la tonta... Cuando tengo que decirle algo, es preciso que llame a la puerta... Vamos, di la verdad, ¿te parece que eso está bien? Yo no soy una chiquilla para que... Pero me callo; no hay que hablar mal del marido.

El joven replicó que, no pudiendo marcharse aquel día por estar descalzo el caballo de su tío, había venido a la fiesta de Marín, donde se había tropezado casualmente con Rosa. Mirole el seminarista como diciéndole: ¡a con esas! pero se calló respetuosamente.

La vieja señorita calló. Enjugó con sus manos enflaquecidas dos lágrimas que corrían por su ajada fisonomía; luego agregó esforzándose por sonreir: Perdón, primo mío: bastante tiene usted con sus desgracias... Excúseme... Por otra parte es tarde; retírese. Usted me compromete.

Estas y otras muchas reflexiones, las cuales no expongo todas, por ser siempre mucho más lo que callo que lo que digo, me movieron a ser periodista; pero no como quiera periodista, atenido a sueldos y voluntades ajenas, sino periodista por y ante . Dicho y hecho, concibamos el plan.

Sufro mucho al considerar mi inutilidad... ¿De qué he servido hasta ahora?... Calló un momento, como si abarcase con la imaginación todo su pasado. A veces pienso continuó que la guerra, con todos sus horrores, tiene algo de bueno. Sirve para que seamos útiles á nuestros semejantes.

Son muy hermosos dijo María algo más animada ; ¿van a salir en El Heraldo? ¿Lo deseáis? preguntó el duque suspirando. Creo que lo merecen contestó María. El duque calló, apoyando su cabeza en sus manos. Cuando la levantó vio en los ojos de María, fijos en la puerta de cristales de su alcoba, un vivo rayo, inmediatamente apagado. Volvió la cara hacia aquel lado, pero no vio nada.

¡Lo ve usted, condesa! exclamó Salabert en tono triunfal dirigiéndose a la condesa de la Cebal . Cuando tienen humor para cantar, no serán tan desgraciados como usted supone. La condesa calló un instante, y dijo al cabo sonriendo tristemente: La copla no es muy alegre, duque. Esto se hablaba en el compartimiento superior.

Soledad relató lo sucedido; cómo Velázquez había estado á punto de matarla, los esfuerzos de disimulo que había tenido que hacer para librarse de una puñalada, el miedo terrible que había pasado y, por último, los pormenores de su fuga. Calló el motivo de la reyerta. Paca no se lo preguntó porque de sobra lo conocía. ¿Qué podía ocultarse á aquella inteligencia superior y universal?

Preguntar aquello le parecía una irreverencia, un sacrilegio que hubiera puesto a Fermo fuera de , y no había para qué. Adiós, madre dijo don Fermín cuando doña Paula calló por no atreverse con la pregunta sacrílega. Ya estaba en la escalera el Magistral cuando oyó a su madre que decía: ¿De modo que hoy tampoco vas a coro? Señora, si ya habrá concluido....

En la desgracia se aprende... Muchas veces me callo por no escandalizar; pero por dentro siento algo que me está rallando así, así... muele que te muele... ¡Pues tengo yo un olfato...! Cuando estás faltoncito, si no lo conociera por otras cosas, lo conocería por el perfume que traes algunas veces en la ropa... Otro dato: Una noche traías en el pañuelo de seda del cuello, ¿qué crees?, pues un cabello negro, grande.

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