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Actualizado: 18 de junio de 2025


Cuando se nace honrada y humilde no hay necesidad de procurarlo. Podía estar tranquila sobre este asunto la esposa del Señor. El estrecho cuarto donde las dos monjas se hallaban cerca de la reja parecía, por lo feo y obscuro, un calabozo. Sus túnicas resaltaban como dos manchas blancas detrás del negro enrejado.

No hay destino más espantoso que el de un desgraciado que oye afirmar violentamente su culpabilidad, que oye probarla, á quien se arroja en un calabozo y se pone en incomunicación, y que al oirse insultar en el despacho del juez de instrucción y en el banquillo, sufre en público la agonía moral y física del más atroz martirio y repite á los demás y á si mismo hasta volverse loco: ¡Soy inocente!

Del calabozo de abajo, como si provinieran de un subterráneo, llegaban los ruidos con que delataba su existencia un bruto de la montaña, a quien iban a ejecutar de un momento a otro por un sinnúmero de asesinatos.

Después volverá á entrar en su calabozo. Es un escapado que fué cogido y le han condenado á dos años de célula. No ve ni habla á nadie y vive en un nicho de tres metros de largo y uno de ancho. ¡Un in pace! murmuró con horror Tragomer. Esta es la suerte que aguarda á los desgraciados que traten de escaparse... ¡Ah! milord, si no se les tratase con dureza no habría medio de entenderse...

Experimentaba la misma alegría, que debe sentir un prisionero a quien se saca del calabozo y se transporta entre árboles, flores y sol; o más bien el júbilo de un músico que oye ejecutar por primera vez y de un modo ideal la obra de su corazón y de su mente. El mundo que me era desconocido, y que con tanta inconsciencia anhelaba conocer, se me revelaba de pronto.

Cuando se fueron, Miguel quedó como si repentinamente le introdujesen en un calabozo lóbrego; no vio, ni oyó nada de cuanto había a su alrededor, y, sin vergüenza alguna de que le observasen, se echó a llorar como un niño y se despidió también.

A pesar de los esfuerzos de Miranda, de los auxilios que encontraba, de alguna que otra accion en que el enemigo era rechazado, no por eso dejaba de agravarse la causa de la independencia, siendo derrotados sus patriotas hasta en las llanuras de Carácas, en Calabozo y San Juan de los Morros, donde el jefe español Don Eusebio Antoñanzas pasó á cuchillo, sin piedad alguna, no solo á los prisioneros sino tambien á las mujeres y los niños.

« justa. ¿No es verdad que ese hombre recordaría con placer, acaso con incomparable alegría, las sombras del calabozo en que vivió tantos años? ¿No es cierto que algunas veces suspiraría amorosamente al recordar su prisión, el estrecho recinto que fué para él casa, patria y mundo?

Pero la hermosura de Preciosa aquel día fué tanta, que ninguno la miraba que no la bendecía, y llegó la nueva de su belleza a los oídos de la señora Corregidora, que por curiosidad de verla hizo que el Corregidor su marido mandase que aquella gitanica no entrase en la cárcel, y todos los demás , y a Andrés le pusieron en un estrecho calabozo, cuya escuridad y la falta de la luz de Preciosa le trataron de manera, que bien pensó no salir de allí sino para la sepultura.

Quería entrar a viva fuerza en casa de Quiñones y llevarse a su hija; quería retorcer el cuello a aquella vil mujer; quería decírselo todo a D. Pedro; quería dar parte al juez y meter en un calabozo a la infame. Afortunadamente sus accesos eran tan violentos como cortos. Vino el abatimiento, el llanto.

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