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Actualizado: 18 de junio de 2025


Echáronnos, en entrando, a cada uno dos pares de grillos y sumiéronnos en un calabozo. Yo, que me vi ir allá, aprovechéme del dinero que traía conmigo y, sacando un doblón, díjele al carcelero: -Señor, oígame V. Md. en secreto. Y para que lo hiciese dile escudo como cara. En viéndolos, me apartó. -Suplico a V. Md. -le dije- que se duela de un hombre de bien.

Mi Chermidy volvió a endosarse el uniforme, desembarcó con sus hombres, fue de nuevo a la cárcel y derribó las puertas, sin hacer caso a los misioneros que le hacían señas con los brazos para que regresara al buque. Encontró en el calabozo dos figuras de cera, modeladas con una perfección chinesca; eran los dos misioneros que le habían enseñado el día anterior. »Mi marido montó en cólera.

Tan brutal energúmeno se conmovía pensando en un conejo al que había domesticado. Ugarte y un marsellés nos fastidiaban con frecuencia, Ugarte era el eterno descontento; la mala alimentación, la humedad, el frío, todas las molestias naturales en una cárcel de aquel género, le tenían fuera de , y sus protestas no le servían mas que para estar encadenado y en el calabozo.

Sin embargo, aquella sociedad compuesta de elementos tan poco homogéneos, vivía a bordo en perfecta inteligencia, gracias a la rigurosa disciplina que Kernok había establecido. Pasa lista dijo al segundo, y cada marinero fue respondiendo a su nombre. Faltaba uno, el piloto Lescoët, un compatriota de Kernok. Anótale para veinte chicotazos y ocho días de calabozo.

En cambio, se la echaba de autoridad inexorable con nosotros, que marchábamos al calabozo como borregos al corral. ¡Así son las cosas de este pícaro mundo! Concluídos sus estudios preparatorios en el Instituto, y después de hacer su primer viaje en calidad de agregado, era cuando dejaba el náutico este nombre y tomaba el de marino, con todos los honores inherentes á la categoría.

Don Juan no vivía, agonizaba en aquel calabozo, había pasado una noche horrible, de cavilaciones, de temores; se había acordado de todo, había dado vueltas á todo, y sin embargo, no se había acordado de Dorotea. Cuando el carcelero la noche antes le entró la luz, don Juan le dió dinero y le preguntó por la causa de su prisión.

Este descubrimiento glorioso, que Luis XVI al subir al trono recompensó con un grado, causó la pérdida de Kerguelen, á quien se atribuyeron varios crímenes; ensañándose contra él la furiosa rivalidad de los oficiales nobles, sus émulos declararon en contra suya. Desde el fondo de un calabozo de seis pies en cuadro firmó Kerguelen la narración de su descubrimiento .

Un farol de hierro con un vidrio empañado, clavado á grande altura en la pared, arrojaba una luz turbia sobre el calabozo destartalado, negro, húmedo, un verdadero antro, alrededor del cual había un poyo de piedra.

Aquello le parecía un sueño. ¿Su viaje á Madrid había sido cosa real ó visión percibida en aquel calabozo? Los pensamientos que en desorden y confusamente se agolparon en la mente del joven, no son para referidos. El primer sentimiento que en él se manifestó, fué una gran compasión de si mismo, que emanaba de la ridiculez con que los hechos anteriores le presentaban á sus propios ojos.

¿De donde vendrá ese chubasco? dijo para , palpando en torno suyo ; no lo ... no adivino; una silla... pues señor, estoy en mi casa... una cama mullida... afírmome en lo dicho... y á obscuras... me afirmo más; calabozo tenemos, guardados estamos, y... sueño tengo; dejémonos de suposiciones inútiles, y acostémonos, y continuemos el sueño interrumpido.

Palabra del Dia

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